La atracción gravitatoria ejercida por un agujero negro es tan fuerte que nada puede escapar de él. Ni siquiera la luz. Por eso, pensar en viajar a un agujero negro es pura ciencia ficción. De hecho, hasta ahora solo lo hemos visto en películas como la famosa Interstellar, de Christopher Nolan. En dicha cinta, la vida en la Tierra empieza a ser insostenible, por lo que un equipo de astronautas se ve obligado a explorar nuevos mundos cercanos a un agujero negro supermasivo llamado Gargantúa. Las naves espaciales actuales no podrían lidiar con la atracción ejercida por Gargantúa. Muchos menos utilizarlo como impulsor para visitar nuevos mundos. Sin embargo, según el astrónomo Cosimo Bambi, en el futuro sí que podríamos alcanzar la tecnología necesaria, así que es importante empezar ya con los preparativos.
Según el cosmólogo italiano, quien actualmente ejerce en la Universidad de Fudan, en China, el primer paso para viajar a un agujero negro sería localizar uno mucho más cercano que cualquiera de los que se conocen hoy en día. El agujero negro más cercano que hemos podido detectar se encuentra a 1.565 años luz. Se necesitarían 1.565 años a la velocidad de la luz para llegar hasta él. A una velocidad alcanzable por tecnologías humanas, aún más. Por lo tanto, llegar hasta allí es imposible. Sería necesario encontrar un agujero negro mucho más cerca de la Tierra. Lo ideal, según Bambi, serían unos 20 años luz. En ese caso, sí que se podría emprender un viaje, que sería largo, pero viable.
Ese es el paso por el que debemos empezar. Una vez seleccionado el destino, este científico cree que se podrían obtener las tecnologías necesarias para viajar al agujero negro. ¿Pero cuáles serían esas exactamente? Vamos a verlas, pero no sin antes comprender por qué sería tan interesante. Hay muchos beneficios en este viaje, incluso más allá de la búsqueda de la supervivencia del planeta que vimos en Interstellar.
¿En qué nos ayudaría viajar a un agujero negro?
Precisamente porque la luz no puede escapar de la atracción de un agujero negro, estos objetos supermasivos son invisibels a nuestros ojos. No podemos ver el agujero negro, pero sí detectarlo por la radiación emitida por la materia que se calienta a su alrededor. En resumen, no vemos el agujero negro, pero sí que se puede detectar cómo afecta a su entorno.
Eso ha permitido incluso captar fotografías de dos agujeros negros. Pero, aun así, seguimos sin conocer a fondo su estructura. Para tener información clara deberíamos viajar al agujero negro directamnte. Además, la cercanía a su entorno ayudaría a confirmar o desmentir la teoría de la relatividad general de una forma experimental, no basada únicamente en cálculos teóricos. La detección de ondas gravitacionales ha servido para confirmar parte de lo que predijo Einstein, pero se necesita más información.
Ambos son motivos que, según Bambi, justificarían viajar a un agujero negro.

¿Sería como el viaje de Interstellar?
Lo que se describe en Interstellar es teóricamente viable. Christopher Nolan ideó la película con el asesoramiento del físico Kip Thorne, que se encargó de que todo fuese teóricamente viable. Ahora bien, que algo sea teóricamente viable no quiere decir que se pueda hacer con seguridad.
Por eso, Bambi ha ideado su propio plan para viajar a un agujero negro. En primer lugar, como ya hemos adelantado, habría que elegir el destino. Aunque hoy en día no se ha detectado ninguno suficientemente cerca, el astrónomo considera que las mejoras que se están realizando en el análisis de campos gravitatorios permitirán detectar más agujeros negros cercanos muy pronto. La detección se llevaría a cabo analizando las deformaciones gravitacionales en el espacio-tiempo.
Una vez depurada la técnica, es cierto que nadie nos asegura que se pudiese encontrar ese deseado agujero negro cercano. Por lo tanto, debemos plantear varios escenarios. Lo ideal sería un agujero negro ubicado a 20-25 años luz. Si está a 40-50 años luz sería viable, aunque mucho más desafiante. Más lejos ya sería imposible.
Una vez seleccionado el destino, habría que elegir la nave adecuada. Las que se utilizan actualmente son demasiado lentas. Sin embargo, en 2016 se puso en marcha un proyecto para el desarrollo de nanonaves espaciales que sí podrían reunir las cualidades necesarias. El mismísimo Stephen Hawkings estaba entre las cabezas pensantes de aquel proyecto.

Las nanonaves empleadas para viajar a un agujero negro serían naves muy pequeñas, de tamaño nanométrico, alimentadas en primer lugar por láseres dirigidos desde la Tierra y después, a medida que se acercasen a su destino, a través de energía solar o de cualquier otra estrella. De este modo, sin los combustibles químicos convencionales, se podría alcanzar una velocidad de un tercio la de la luz. Se podría llegar hasta el agujero negro en unos 70 años. Es mucho, pero bastante más viable que los miles de años que se tardaría en llegar al agujero negro más cercano que se conoce en la actualidad.
¿Y qué harían una vez allí?
Bambi considera que se necesitarían como mínimo dos sondas para orbitar el agujero negro. Una de ellas se acercaría lo máximo posible al agujero negro y, allí, se dividiría en uan sonda principal y muchas sondas más pequeñas. Estas últimas podrían comunicarse entre sí mediante el envío de señales electromagnéticas que ayudarían a conocer mucho mejor la estructura del agujero negro, ya que su sola presencia provocaría muchas fluctuaciones en dichas señales.
Todas esas mediciones se enviarían de nuevo a la Tierra, a la velocidad de la luz. Tardarían, por lo tanto, unos 20 años en el mejor de los casos. Si sumamos todo, la misión se nos va a casi un siglo. Harían falta varias generaciones de astrónomos para controlar el proyecto, pero, para este científico, sigue valiendo la pena.
¿Cuándo empezamos?
Actualmente no tenemos la tecnología para construir las nanonaves necesarias y, además, solo los láseres para impulsarlas costarían alrededor de mil millones de euros. Es imposible ponerse manos a la obra. Sin embargo, Bambi considera que en 30 años la tecnología podría haber avanzado y los costes se podrían haber abaratado lo suficiente para dar inicio a los preparativos del viaje. Aún queda mucho, pero sabiendo que él lo considera viable, no estaría mal empezar a pensar cómo buscar ese agujero negro cercano. ¿Será tan ‘fácil’ como él lo pinta?