Si buscas psicólogo, cuidado con la terapia Gestalt: te puede crear problemas que no tenías

Si buscas psicólogo, cuidado con la terapia Gestalt: te puede crear problemas que no tenías

A veces, buscar psicólogo puede ser un quebradero de cabeza inmenso. Es muy importante que congeniemos con nuestro terapeuta, ya que, sin confianza, es imposible avanzar. Pero eso no siempre es posible. Algunas veces se debe a una pura cuestión de compatibilidad, pero en otras ocasiones nos topamos con terapeutas que llevan a cabo terapias sin evidencia científica que, lejos de ayudarnos, pueden perjudicar nuestra salud mental en un momento en el que, normalmente, nos encontramos de lo más vulnerables. Buen ejemplo de ello es el del psicoanálisis. Cada vez más personas están concienciadas de que esta es una corriente psicológica de la que deberíamos huir. Sin embargo, hay otras, como la terapia Gestalt, que pueden pasar desapercibidas. Lamentablemente, es igualmente dañina, por lo que es importante aprender a reconocerla y evitar a esas personas que a veces ni siquiera son psicólogos, aunque se empeñan en parecerlo.

Esto es algo que sabe bien Ismael (nombre ficticio). En un momento de mucho estrés “por el trabajo y la presión de tener dos hijas adolescentes, junto a  las obligaciones parentales y del hogar”, sintió la necesidad de buscar ayuda psicológica. Un amigo le dio muy buenas referencias de un psicólogo, así que comenzó la terapia con él. Bastaron dos sesiones para descubrir que este supuesto profesional podría causarle mucho más perjuicio que beneficio. Estaba aplicando la terapia Gestalt y, lejos de ayudarle, estuvo a punto de enfrentarle a toda su familia.

El suyo es solo un ejemplo del daño que puede hacer esta terapia. A veces salen a la luz noticias sobre sectas en las que se estaba llevando a cabo terapia Gestalt por parte de personas que no tenían ningún tipo de formación en psicología. Sin embargo, el daño a veces es mucho más sibilino. Quienes practican esta terapia pseudocidentífica pueden ser psicólogos colegiados, como el que trató a Ismael. Las técnicas no son las propias de una secta, pero precisamente por eso el daño puede pasar más desapercibido y detectarse cuando ya es demasiado tarde. Lógicamente, los colegios de psicólogos deben actuar al respecto. Pero, mientras tanto, nosotros como posibles pacientes debemos estar ojo avizor. 

¿Qué es la terapia Gestalt?

La terapia Gestalt nació en Alemania, en la década de 1930. Fue gestada por los psicoanalistas Frederick (Fritz) Perls y su esposa Laura, quienes bebieron de las influencias del psicoanálisis, la fenomenología y el existencialismo para sentar sus bases. Su objetivo era mantener algunas de las bases del psicoanálisis, pero a la vez dar más importancia al aquí y el ahora. 

Se considera un tipo de terapia humanista que se centra en el desarrollo personal y en la recuperación de la capacidad de vivir el presente, la espontaneidad y la responsabilidad. En la terapia Gestalt se concibe al ser humano como a una entidad completa formada por cuerpo, mente y alma. Por eso, señala que para encontrar el bienestar emocional se debe encontrar el equilibrio entre las tres.

Lógicamente, esto no tiene ningún tipo de evidencia científica. Al contrario que otras terapias psicológicas que sí la tienen, como la terapia cognitivo conductual, esta no se centra en el origen biológico de los pensamientos y las emociones. Además, tiene en cuenta el contexto, pero solo de una forma sesgada. Por eso, no se profundiza en el verdadero origen de los problemas de salud mental y tampoco se diseña un plan de actuación, de modo que las sesiones pueden alargarse mucho en el tiempo sin llegar a tener resultados. 

mindfulness
No se debe confundir con el mindfulness. Crédito: Freepik

No debemos confundir con el mindfulness

El hecho de que se centre tanto en el aquí y el ahora, puede hacernos pensar que la terapia Gestalt podría tener que ver con el mindfulness. Sin embargo, no tienen que estar relacionadas en absoluto. Lo ha explicado a Hipertextual la psicóloga Noelia Vargas. 

“El mindfulness es una técnica que puede aplicar cualquier psicólogo o psicóloga formada en ello, bien llevada y aplicada cuando toca y teniendo en cuenta las necesidades de la persona. También puede ser aplicado por un terapeuta Gestalt. La diferencia está en el objetivo para el que se aplique y la función que cumpla. No que te venda el mindfulness a diestro y siniestro como la panacea a todas las cosas”.

Cualquiera puede ser terapeuta Gestalt

Uno de los mayores riesgos de la terapia Gestalt es que cualquiera puede llevarla a cabo. Es fácil encontrar pósters sobre cursos para aprender a hacer terapia Gestalt colgados por las calles de cualquier ciudad, como el cartel de un tributo a Nirvana o un taller de punto de cruz. Ahí radica el primer problema de esta terapia. Su corte humanista la ha ido alejando poco a poco de la ciencia hasta el punto de que muchas veces ni siquiera es un requisito ser psicólogo.

Este, de hecho, es el primer signo del que nos alerta Noelia Vargas. “El mayor riesgo de todos es no tener una formación clínica/sanitaria detrás y llevar a cabo una atención a problemas psicológicos”, señala. “Se corre el riesgo incluso de que, por la falta de formación, muchos terapeutas no los detecten”.

El segundo gran problema de la terapia Gestalt, según Vargas, es que no tiene unas técnicas detalladas. “La terapia Gestalt tiene una mescolanza de influencias que van desde el psicoanálisis a la escuela Gestalt, pasando por las escuelas holísticas, budistas y psicodinámicas”, relata. “Esto implica muchas veces un maremagnum de técnicas no unificadas que dependerá de la persona a aplicar y que, en lo que se refiere al ámbito clínico, podrían no ajustarse a las necesidades específicas y objetivos del paciente”.

ley de la atracción, elegir psicólogo, pseudociencias
Debemos comprobar siempre si nuestro terapeuta es realmente psicólogo. Crédito: Pexels

A veces, incluso los psicólogos meten la pata

La terapia psicológica, tenga el apellido que tenga, debe ser llevada a cabo por un psicólogo. Esto es algo que debe ser evidente, pero que a veces hay que recordar. Noelia Vargas nos explica los motivos.

“Un profesional de la psicología tiene la formación sobre el estudio de la conducta humana. Aunque a veces depende de las facultades, más o menos tendrá una formación científica detrás que se base en los mecanismos de aprendizaje y en procesos psicológicos básicos. Además, tendrá formación en procesos evolutivos en distintas etapas vitales, un mínimo de sexualidad y pareja así como otros ámbitos más clínicos tocando problemas psicológicos”.

Alguien que no tenga estos conocimientos no debería llevar a cabo ningún tipo de terapia. Sin embargo, un título universitario tampoco da la razón absoluta una persona. Del mismo modo que hay Premios Nobel científicos que creen en pseudociencias, existen psicólogos que llevan a cabo pseudoterapias. Es, por ejemplo, el caso del psicólogo que atendió a Ismael. 

“Lo primero que me chirrió fue la obsesión en que dejáramos los zapatos fuera y entraramos a la sesión descalzos”, recuerda Ismael. “Pregunté varias veces por qué y me respondió que era para que estuviéramos más cómodos”. Esto le hizo dudar de su profesionalidad. “¿Cómo sabe que voy a estar más cómodo sin preguntarme si quiero o no quiero quitarme los zapatos?”, se cuestiona. “Además, lo considero un acto completamente superfluo e innecesario, más newage que profesional”.

Esto era ciertamente raro. Pero solo era el principio. “Lo segundo que me chirrió fue su obsesión en preguntarme por mis padres” continúa. “Si me había sentido querido por mis padres, si mis padres me pegaban mucho o no, si yo había aceptado a mis padres… Eran preguntas que, como mucho, estaban más enfocadas a buscar explicaciones que propuestas de tratamiento”. Ismael había acudido, en parte, en busca de herramientas para afrontar los retos de la adolescencia de sus hijas. Sin embargo, él no le daba herramientas. Solo hacía preguntas, todas ellas fijas en una única obsesión.  “Una de las preguntas que me hizo era a cuál de mis padres se parecía mi hija adolescente”.

Si bien en su día la terapia Gestalt intentó alejarse hasta cierto punto del psicoanálisis, algunos terapeutas eligen mantener ciertas raíces de esta corriente. Por ejemplo, la obsesión con que todo tiene su origen en el trato que recibimos en la infancia por parte de nuestros padres. Como si todas nuestras vivencias posteriores pasaran por nosotros sin tocarnos. “Su obsesión era conocer más sobre la relación que tuve con mis padres, no entiendo qué interés puede tener eso en el motivo por el que iba a terapia”.

Conflicto de pareja
Pueden crearse conflictos que no existían. Crédito: Freepik

¿Qué red flags pueden alertarnos de que nuestro psicólogo realiza terapia Gestalt?

En realidad, que en el curriculum de nuestro psicólogo figure la terapia Gestalt no es un motivo por sí mismo para huir de él. Puede que en un pasado se formase al respecto, pero que su orientación haya cambiado.  “Hay mucha gente que trabaja desde la evidencia científica y se ha formado en psicoanálisis o en terapias humanistas”, cuenta la psicóloga entrevistada por Hipertextual. “Al final lo importante es conocer el marco teórico, su metodología y los objetivos con los que trabaja”.

Esto es esencial a la hora de buscar psicólogo. Ismael nos cuenta que, por su profesión, ya tenía ciertos conocimientos sobre psicología. Para él fue relativamente fácil que empezasen a saltar las alarmas. Sin embargo, todos podemos prestar atención a ciertas red flags y la primera es claramente la que nos cuenta Noelia Vargas. Si no nos habla de su plan de actuación, debemos preguntarle por él. Es importante que haya definidos unos objetivos y una metodología desde el momento en el que damos la información necesaria de nuestro caso. 

Aquí, Vargas incide en que el proceso debe tener una estructura y una coherencia. Y es que, citando a la Asociación Española de Terapia Gestalt, “las técnicas varían según la personalidad del terapeuta y del paciente, así como su modo preferido de experiencia”. Esto, según Vargas, “está estupendo para un hobbie o una playlist de Spotify, pero en un contexto psicoterapéutico tiene que haber una estructura detrás que marque las necesidades y condiciones de la persona, no del terapeuta”.

No se debe perpetuar la terapia

Noelia Vargas nos cuenta también que el objetivo de toda terapia es que la persona sea autónoma del proceso terapéutico y aprenda a manejar las herramientas entrenadas en terapia. Sin embargo, en la terapia Gestalt a veces vemos que se busca crear dependencia. No se usan herramientas, no hay un marco de actuación, sino múltiples preguntas y charlas que no llevan a ningún sitio. Esto, claramente, es muy lucrativo para el terapeuta. De hecho, fue algo que también escamó mucho a Ismael. 

“Jamás me indicó cómo trabajaría, qué objetivos nos planteábamos, o qué tiempo estimado de tratamiento tendríamos. Su único objetivo era intentar que mis hijas y mi mujer fueran también a terapia. Pasando por caja, claro”.

De nuevo, vemos que no se ofrecen soluciones. Además, lejos de ayudar a solucionar conflictos se crean conflictos nuevos, ya que eso facilitaría que más personas pagasen la terapia. “Una de las cosas que más que afectó fue cuando me dijo que mi mujer y mis hijas habían hecho una piña en mi contra”, recuerda. “Me recomendaba dejar de responsabilizarme de la familia y que ellas se arreglaran solas sin mí”.

psicólogos
Con las herramientas adecuadas, la terapia no debería perpetuarse. Crédito: Shkrabaanthony (Pexels)

Para realizar este artículo hemos intentado contar con el testimonio de otras personas que salieron mal paradas de la terapia Gestalt. Sin embargo, normalmente se niegan a hablar, pues consideran que simplemente dieron con un mal profesional. No creen que el origen del problema esté en la terapia Gestalt. Sin embargo, cuando el terapeuta no hace la más mínima pregunta sobre lo que atormenta al usuario (el estrés laboral en el caso de Ismael), no ofrece herramientas, ni plan de actuación y crea conflictos donde no los había, está claro que hay algo en la propia terapia que no está bien. Lo mismo cuando esa persona ahonda en temas que no tienen nada que ver, como la relación paterno filial o el sexo. Este último es otro tema muy recurrente en los terapeutas Gestalt que siguen bebiendo del psicoanálisis. 

Ismael salió de ahí con solo dos sesiones. Más tarde buscó otro tipo de terapia, con un enfoque mucho más científico, y cuenta que le dio las herramientas que tanto necesitaba. La terapia Gestalt nunca nos dará esas herramientas. Es una lotería en la que, dependiendo de las predilecciones del terapeuta, saldremos mejor o peor parados, pero nunca con una verdadera forma de afrontar nuestros problemas. Por eso debemos prestar atención a las señales. Nuestra salud mental no se debe poner en manos de cualquiera. 


Fuente original

Comments

No comments yet. Why don’t you start the discussion?

Deja un comentario