Esta semana, Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Kim Yong-Un, su homónimo norcoreano, se reunieron con Xi Jinping, presidente de China, en Pekín, para presenciar un desfile militar en conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de conversaciones que tuvieron lugar fueron privadas. Sin embargo, un micrófono que debería haber estado apagado dejó que se oyese una curiosa conversación entre los presidentes chino y ruso acerca de cómo alargar la vida de los seres humanos mediante trasplantes de órganos.
El traductor de Putin señaló que “los órganos humanos pueden trasplantarse continuamente” para después añadir que, “cuanto más se vive, más joven se vuelve, e incluso se puede alcanzar la inmortalidad”. Xi Jinping, por su parte, contestó que “algunos predicen que en este siglo la humanidad podría vivir hasta 150 años”. Esta conversación ha llamado mucho la atención de personas de todo el mundo. ¿Fue algo casual o tienen algún tipo de proyecto secreto entre manos?
Está claro que este tipo de personas no tienden a hablar sobre el tiempo cuando se reúnen. Cuando tienes tanto poder crees que todo es posible, pero la realidad es que hay cosas que, por muy poderoso que sea un ser humano, no puede llegar a conseguir. Como mucho puede lograrlo la ciencia. ¿Pero tenemos realmente las herramientas científicas para llegar a los 150 años a través del trasplante de órganos?
Desde luego, a través del trasplante de órganos no
Si mediante el trasplante de órganos pudiésemos adquirir la edad de ese órgano sí que podríamos vivir muchos años, pero posiblemente no por lo que estás pensando. No se trataría de rejuvenecer con los órganos de una persona más joven, sino de llegar a la misma edad que podría alcanzar dicho órgano. Y es que hay algunos que pueden llegar a cumplir muchísimos más años que sus receptores.

Esto es algo que empezó a intuirse en 2008, en Turquía. Una joven de 19 años afectada por una enfermedad hepática grave llevaba ya un tiempo en lista de espera para un trasplante cuando su hígado comenzó a fallar estrepitosamente. Todo fue tan rápido y tan grave que no había tiempo de esperar al órgano perfecto. Por eso, sus médicos optaron por recurrir a un hígado que ya había sido rechazado por otros hospitales por pertenecer a una mujer que falleció a los 93 años. El órgano era muchísimo más longevo que su receptora y eso se presentaba como un problema, pero no había más remedio que intentarlo. La joven se sometió al trasplante y 7 años después, cuando el órgano cumplió los 100 años, seguía sana, con una hija que acababa de cumplir un año.
A raíz de este hallazgo, se ha estudiado mucho más a fondo el tiempo que puede llegar a vivir un órgano. Depende mucho del órgano en cuestión. Por ejemplo, el corazón y el páncreas no suelen funcionar muy bien cuando se trasplantan con edades superiores a los 40 años. Sin embargo, el hígado y los riñones pueden llegar a ser muy longevos. En un estudio publicado en 2024 se analizó la edad máxima que llegaban a alcanzar estos órganos tras trasplantarlos en pacientes mucho más jóvenes. Se calculó una función renal máxima de 104 años y una función hepática que llegó a alcanzar los 108.
Sin embargo, los receptores siguen con su reloj biológico igual. No viven más años por tener un hígado capaz de alcanzar los 108 años; porque, en realidad, el envejecimiento es mucho más complejo que eso. Esto nos indica que, si quisiéramos llegar a los 150 años como señalan Putin y Xi Jinping, la clave no estaría en los trasplantes de órganos.
Entonces, ¿qué habría que hacer?
Lo cierto es que los científicos no se ponen de acuerdo en si realmente existe la posibilidad de llegar a los 150 años. La persona que más años ha vivido hasta el momento fue la francesa Jeanne Calment, quien murió en 1997 a los 122 años. Sin embargo, este no deja de ser un dato anómalo, ya que son muy pocas las personas que superan los 110 años. Incluso superar el siglo es todo un reto.

Algunos científicos creen que en realidad los humanos tenemos una esperanza de vida máxima, que se sitúa en torno a los 115 años. Han llegado a esta conclusión teniendo en cuenta los datos históricos y la forma en que han progresado. Si de verdad lo de Calment pudiese llegar a convertirse en algo más habitual, ¿por qué nadie más lo ha conseguido?
Otros científicos son bastante más optimistas. De hecho, los hay que consideran que la primera persona que vivirá 150 años, como decían Putin y Xi Jinping, ya ha nacido. Lógicamente, para poder llegar a esa edad es importante tener un estilo de vida saludable: comer de forma equilibrada, evitar el alcohol y el tabaco, practicar ejercicio físico regular, dormir bien… Pero también hay mucho de genética y es ahí donde algunos científicos se creen que podríamos intervenir.
Modificar el genoma para revertir el envejecimiento no es sencillo, ya que este se debe a una gran acumulación de mutaciones en el ADN, a las que no se podría acceder fácilmente. No obstante, hay investigadores que consideran que sería más fácil revertir el envejecimiento mediante modificaciones en el epigenoma. Este es el conjunto de moléculas que cambian la forma en que nuestros genes se encienden o se apagan. No se modifican los genes, eso sería muy complicado, pero sí el modo en que nuestro organismo los lee. Esto se ha investigado en animales y se han conseguido algunos resultados interesantes, pero sería muy osado asegurar que vaya a ocurrir lo mismo en humanos.
Por otro lado, hay científicos que han usado los factores de Yamanaka para revertir el envejecimiento. Estos son una serie de proteínas que tienen la capacidad de devolver una célula adulta bien diferenciada al estado de célula madre pluripotente, como la de un embrión. Desde que se descubrieron, abrieron la puerta a la investigación con células madre sin necesidad de recurrir a embriones. No obstante, con el tiempo se les han dado otros usos. Por ejemplo, se han usado en cerebros de ratón para revertir la edad de sus células. No se llevan a estado embrionario, pero sí, dicho a muy grosso modo, se rejuvenecen. El problema, de nuevo, es que estamos hablando de ratones. No podemos saber si funcionarían en humanos.
Los telómeros no pueden faltar
Uno de los mayores indicadores de envejecimiento biológico (no cronológico) son los telómeros. Se trata de una especie de cubierta protectora que se encuentra en los extremos de los cromosomas, de modo que, a medida que se van dividiendo, no se pierda ADN importante. Solo se perdería el ADN de los telómeros, que no tiene ninguna función relevante más allá de rellenar. Esto significa que, cuanto más cortos son los telómeros, más envejecida está una célula.
Actualmente se conoce una enzima llamada telomerasa que puede ayudar a alargar los telómeros, por lo que en cierto modo podría revertir el envejecimiento. Se está investigando mucho con el fin de buscar tratamientos contra el cáncer; pero, por supuesto, también como ese elixir de la juventud que tanto ansiamos los seres humanos.
Para vivir más años no necesitaríamos trasplantes de órganos. La biotecnología, esa que Putin ensalzó en su discurso, iría por otros derroteros.

Entonces, ¿Putin y Xi Jinping no tienen razón?
No sabemos exactamente cuál sería el objetivo de la conversación entre Putin y Xi Jinping. Posiblemente fuese algo casual. O quizás no. Lo que está claro es que, si bien hay muchos científicos buscando cómo podríamos vivir más años, los métodos van mucho más allá de un trasplante de órganos. En casi ciencia ficción podríamos ver el trasplante de cabeza a un cuerpo más joven. Pero tampoco parece que fuese ese el objeto de su conversación.
Lo único que está claro, y que sí deberían recordar los presidentes reunidos para este desfile pekinés, es que hay algo malísimo para la longevidad del ser humano sobre lo que ellos sí tienen mucho poder: las guerras. Quizás deberían empezar por ahí.