‘Predator: Badlands’, crítica: Un nuevo triunfo para la saga ‘Depredador’

‘Predator: Badlands’, crítica: Un nuevo triunfo para la saga ‘Depredador’

La saga Depredador vuelve a los cines siete años después con Predator: Badlands, la tercera entrega del director Dan Trachtenberg. Tras dirigir la aclamada Predator: La presa (2022) y la espectacular cinta animada Predator: Asesino de asesinos (2025), ambas estrenadas en streaming, el cineasta por fin tiene su oportunidad en la gran pantalla con un proyecto que pretende ser rompedor. Y es que, por primera vez, el protagonista será el Yautja. El Depredador se convierte en el bueno de la historia en lugar del villano, dando un giro de 180 grados a la franquicia.

Ambientada en el futuro en un planeta remoto y letal, Predator: Badlands sigue a un joven depredador, Dek, marginado y desterrado por su clan. Este Yautja es considerado como el eslabón débil, por lo que debe demostrar su valía para ganarse el favor del resto de su especie. Así, se embarca en un peligroso viaje en busca de su adversario definitivo. Una aventura en la que encuentra una aliada inesperada en Thia, una sintética varada de la compañía terrícola Weyland-Yutani.

Predator: Badlands

Bajo el nuevo enfoque, Predator: Badlands se convierte en un gran entretenimiento palomitero que funciona mejor cuando se regala a la violencia que cuando se deja llevar por su lado más sentimental. A ratos descarnada y brutal y a ratos demasiado ñoña, es la entrega más imperfecta de Dan Trachtenberg, aunque sigue muy por encima de la mayoría de películas anteriores de la saga. El fichaje de Elle Fanning es insuperable.


























Puntuación: 3.5 de 5.

Menos original de lo que parece

Sobre el papel, el cambio de punto de vista para convertir al Yautja en el bueno era muy sugerente como premisa de Predator: Badlands. En una franquicia que siempre camina sobre el fino alambre de hacer la misma película sin capacidad de innovar, esta decisión se antojaba como el soplo de aire fresco más grande para la saga en sus casi 40 años de historia. Sin embargo, una vez que aceptamos ese punto de partida, el filme no es tan original como quería hacernos pensar.

En realidad, en cuanto rascamos un poco en esa superficie, descubrimos que las bases de la historia son bastante tópicas. De hecho, el conflicto primigenio de Predator: Badlands es exactamente el mismo que el que Trachtenberg ya utilizó para Predator: La presa. Es decir, un joven (sea Dek o Naru) discriminado por su propio pueblo (el clan Yautja o los comanches) que debe enfrentarse a una cacería imposible para demostrar que sí es un guerrero digno de sus ancestros.

PREDATOR: BADLANDS

El cineasta repite modelo y nos lleva en una aventura de supervivencia a un lejano y mortífero planeta. Cada paso en falso puede ser el último. Y ahí, claro, el protagonista debe aprender a valerse por sí mismo. Para ello, contará con la inestimable ayuda de un droide y de una adorable criatura -claro trasunto de Baby Yoda y demás bichos monos que Disney ha mercantilizado en los últimos años- que sirven de alivio cómico.

A partir de ese punto, Predator: Badlands sí es un poco diferente a sus predecesoras. En lugar del clásico juego de cacería del gato y el ratón, esta cinta se asienta más sobre el terreno básico de las películas de acción y aventuras, siguiendo una estructura de pantallas de videojuego. El protagonista va completando una misión tras otra, derrotando a enemigos cada vez más fuertes mientras gana habilidad y experiencia hasta llegar al “jefe final”. En resumen, una historia mil veces vista, aunque no por ello menos entretenida.

PREDATOR: BADLANDS

Mejora mucho con su acción

En las últimas semanas habíamos leído una y otra vez que Predator: Badlands rompía por primera vez con la tradición de la saga y su calificación por edades. En lugar de tener calificación R (para adultos), el filme contaría con una calificación PG-13 (para mayores de 13 años). Esto presagiaba lo peor para una franquicia que si por algo destaca es por su violencia salvaje y descarnada.

Por fortuna, Predator: Badlands sí que tiene muchas escenas de acción trepidantes. Quizá por momentos se echa en falta que sea más explícita, pero podemos garantizar que hay sangre (alienígena, eso sí) y secuencias brutales. Como el equipo había prometido, no cuentan con calificación R principalmente porque no hay sangre roja humana. Podrían haberse lanzado de lleno a una película solo para adultos tomándose más enserio el gore y la violencia extrema. Pero en general han salido bastante indemnes del aprieto.

PREDATOR: BADLANDS

De hecho, esas escenas de acción son las que imprimen realmente un buen ritmo a Predator: Badlands. La cinta trata de equilibrarse con secuencias más emotivas y sensiblonas que generen empatía por su monstruo protagonista. Pero Depredador no es precisamente la saga que más necesite esto. Si es una criatura tan querida de la historia del cine es por su capacidad destructiva y aniquiladora. No por tener un corazón de oro bajo todas esas capas de armamento.

Estas escenas de Predator: Badlands buscan darle mayor trasfondo a su historia. Y lo consiguen, aunque por momentos acaban siendo demasiado ñoñas. No molestan y sirven para construir y ampliar el lore. Pero a la vez dejan un cierto regusto de traición a los orígenes de la saga. El Depredador era un monstruo despiadado que disfrutaba de la muerte y de la batalla, sin sentimientos buenistas. Pero es el aro por el que nos obligan a pasar. Es lo mismo que ya ha ocurrido con tantos y tantos villanos a los que se les ha dado un enfoque más tierno en las últimas décadas (Maléfica, Cruella de Vil, Loki…).

PREDATOR: BADLANDS

Un diseño exquisito

Como blockbuster, Predator: Badlands nuevamente triunfa en su apartado técnico. El diseño de producción es tremendo, combinando efectos digitales con mucho maquillaje, prótesis y efectos prácticos. A ello hay que sumar espectaculares paisajes que también combinan realidad y recreaciones digitales. Las pegas que se le pueden poner es que hubieran apostado más por el color en lugar de tanto tono gris, tristemente habitual en el cine del siglo XXI. Y quizá también que sus imaginativas criaturas tuvieran unos diseños algo más llamativos, con mayor personalidad visual, lo que las haría algo menos olvidables.

Pero no solo de bichos vive Predator: Badlands. Y es que en el reparto cuenta con una Elle Fanning desatada, divertidísima y que se convierte en el gran sustento del filme. La actriz lleva unos años excepcionales en su carrera, acumulando numerosas nominaciones y premios. Y con este doble papel que encara en la cinta de Depredador demuestra que, ya sea en una serie, en una película independiente o en un gran blockbuster de estudio, su carisma es imparable.

PREDATOR: BADLANDS

En resumen, Predator: Badlands es una entretenida y sorprendentemente divertida película de ciencia ficción y aventuras que, aunque no es tan original como se esperaba, sí aporta mayor profundidad al lore de la saga Depredador. Con secuencias de acción muy bien medidas, un humor de buddy-comedy bastante logrado, una combinación de efectos digitales y prácticos excepcional, una fotografía grandilocuente y una Elle Fanning arrebatadora, el cóctel es suficiente para triunfar. No llega a la excelencia de La Presa ni de Asesino de asesinos y, por momentos, se vuelve tan sensiblona que casi traiciona el propio espíritu sádico de la franquicia. Pero vuelve a sobresalir por encima de la media de la saga.

Predator: Badlands se estrena en cines el 7 de noviembre.


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