Cuando una pareja heterosexual llega a su casa y su gato acude a saludarlos, puede que apenas le lance un pequeño gruñido a ella, mientras que con él se deshaga en maullidos. “¡Qué adorable!”, pensará él. “¡Cuánto me quiere!” Mientras tanto, quizás ella vaya de camino al bebedero, al observar a lo lejos que no le queda nada de agua. Y es que, en realidad, el motivo por el que los gatos maúllan normalmente más a los hombres reside en que necesitan insistir para que les entiendan, mientras que ellas los captan mucho más rápido.
Al menos, esa es la conclusión de un estudio publicado recientemente por científicos de la Universidad de Ankara. En él, estudiaron cómo un grupo de gatos saludaban a sus cuidadores habituales directamente en casa. Esto es importante, ya que no es lo mismo llevar a cabo los experimentos en un laboratorio que en el entorno doméstico al que están más acostumbrados los gatos.
Querían observar la causa por la que los gatos maúllan más a unas personas que a otras. Para empezar, ¿depende más del gato o del cuidador? ¿Es una cuestión de edad o de género? ¿Tiene que ver que sean comprados o adoptados? Todo esto y mucho más se comprobó en el estudio, pero solo hubo un factor que realmente influyó en los resultados.
Las posibles causas por las que los gatos maúllan a sus cuidadores
Para llevar a cabo este estudio se contó con 31 gatos y sus cuidadores. Tanto unos como otros debían cumplir una serie de requisitos. Para empezar, los cuidadores debían llevar al menos 6 meses a cargo de sus amigos peludos, que por su parte debían tener al menos 8 meses. Es decir, ser adultos. Los humanos, además, debían firmar un consentimiento en el que daban permiso a los investigadores para grabar tanto audios como vídeos en su casa.
Querían saber qué factores son realmente las razones por las que los gatos maúllan más a unas personas que a otras, por lo que clasificaron a las parejas de gatos y cuidadores teniendo en cuenta principalmente seis datos demográficos: género de los cuidadores, sexo de los gatos, edad del gato (en meses), estatus de pedigrí (raza pura/mestizo), tipo de adquisición (compra/adopción) y número de gatos en el hogar (hogares con un solo gato/con varios gatos). La edad de los cuidadores no se tuvo en cuenta, ya que todos eran adultos y no creían que pudiese haber mucha diferencia.
Los cuidadores debían grabar cada día un vídeo de 5 minutos cuando volviesen a casa del trabajo o el centro de estudios. Utilizaban su propio móvil o una cámara GoPro colocada en el pecho y empezaban el vídeo antes de abrir la puerta, de manera que se captase el comportamiento espontáneo del animal desde el primer momento.

Una vez que se entregaron los vídeos a los investigadores, estos analizaron una gran variedad de rasgos de conducta de los gatos. No solo los maullidos. También tuvieron en cuenta otras conductas, como darse la vuelta, temblar, bostezar, frotarse, estirarse, rascar objetos, acercarse, o visitar el cuenco de comida. Estos comportamientos en concreto se midieron como rasgos discretos. Es decir, se medía cuántas veces lo hacían, no durante cuánto tiempo. Con respecto a los comportamientos en los que sí se podía medir durante cuánto tiempo lo hacían, se incluyó alejarse, jugar, lamerse a sí mismos, mover la cola, agacharse, levantar la cola y comer. Las vocalizaciones se vieron como algo discreto: cuántas veces maullaban o ronroneaban, por ejemplo. Pero también continuo: durante cuánto tiempo lo hacían.
¿Qué se observó?
En la mayoría de parámetros que observaron no se vio un patrón claro. Sin embargo, sí que se vio uno en relación a los maullidos, como ya anticipaban. Maullaban mucho más a unos cuidadores que a otros y ni la edad del gato, ni la raza, ni si eran comprados o adoptados influyeron en los resultados. Casi nada lo hizo, pues solo hubo un parámetro que sí influía claramente. El género del cuidador. Maullaban mucho más a los hombres.
No están claras las causas por las que los gatos maúllan más a los hombres. Sin embargo, tras analizar estudios previos en los que se analizaron también las interacciones entre gatos y cuidadores, observaron algo que podría explicarlo todo. Y es que, por lo general, las mujeres suelen ser más interactivas verbalmente y más hábiles interpretando vocalizaciones felinas, así como más propensas a imitar las vocalizaciones de sus gatos. Vamos, que saben qué necesitan sus gatos con un mínimo gruñido. Los hombres necesitan que los gatos les insistan y les den mascaditas sus necesidades.

Obviamente, esto no aplica ni a todos los gatos ni a todos los cuidadores. Es cierto que hay hombres a los que se les da especialmente bien interpretar las emociones ajenas, ya sea humanas o felinas. Pero la realidad es que, por lo general, es algo que se le suele dar mucho mejor a la mayoría de mujeres. Es una habilidad que se conservó evolutivamente para comprender qué necesitaban los bebés. Por eso, no es raro que hoy en día ocurra algo parecido con las mascotas.
A pesar de las limitaciones, este estudio podría explicarlo todo
Es cierto que en el estudio participaron muy pocas personas y que todas eran turcas. Los investigadores señalan que sería necesario repetir el procedimiento con más participantes y variabilidad geográfica. Aun así, dados sus resultados, lo que se ve es que, cuando ese gato maúlla tanto a su cuidador, al contrario de lo que este podría pensar, no le está diciendo “cuánto te quiero”, sino “humano, hazme caso, ¿o necesitas que te haga un dibujo?”.

