Un bebé ha nacido totalmente sano en Estados Unidos como resultado de un proceso de reproducción asistida con donación de embrión. La donación de embriones no es algo raro. Cuando una pareja no quiere seguir pagando por conservar sus embriones sobrantes, pueden elegir desecharlos o donarlos, tanto con fines de investigación como reproductivos. Sin embargo, a pesar de lo habitual que es todo esto, lo que acaba de ocurrir en el país norteamericano es algo prácticamente sin precedentes, ya que el embrión donado se creó en 1994 y, para más inri, tanto la pareja receptora como la mujer donante han podido conocerse. No es el bebé más longevo del mundo, pues hubo un caso parecido con una donación de embriones de 1992, pero sí que tiene otras peculiaridades.
Esta situación es tan peculiar que el bebé recién nacido tiene una hermana de 30 años y una sobrina de 10. Su madre biológica, de la que procede el óvulo, tiene 62 años, pero su otra madre, la que lo ha dado a luz, tiene 35. Solo 4 años más que el embrión donado.
Todo esto comenzó en 1994, cuando Linda Archerd se sometió a una fecundación in vitro con sus óvulos y el esperma de su marido. De tal procedimiento surgieron 3 embriones viables. Uno se transfirió a Linda, quien quedó embarazada y dio a luz a una niña que hoy en día tiene 30 años. Los otros dos se congelaron para una futura transferencia, pero Linda y su marido se divorciaron y nunca llegaron a usar los embriones. Lo que ocurrió después, ya es historia de la medicina.
¿Cómo ha ocurrido esta donación de embriones tan peculiar?
Tras el divorcio, Linda consiguió la custodia de los dos embriones restantes. Esto supone un beneficio, pero también una responsabilidad. Era libre de usarlos ella sola o con otra pareja, pero a cambio tenía que pagar el mantenimiento de la criopreservación, que cada vez fue más y más caro. Llegó a pagar alrededor de 1.000 dólares al año.
Cuando llegó la menopausia supo que ya no usaría esos embriones, por lo que tuvo que tomar una decisión. Según cuenta en unas declaraciones reproducidas en MIT Technology Review, no quería donar los embriones para investigación y se mostraba a favor de donárselos a otra pareja, pero quería conocerla. Si el embrión donado llegaba a buen puerto sería hermano de su hija. Necesitaba saber quiénes se encargarían de cuidarlo.

Por eso, recurrió a una agencia católica que se dedica a poner en contacto a donantes de embriones y parejas que no puedan tener hijos. Este tipo de organizaciones consideran a los embriones como bebés nacidos, por lo que los procesos de donación de embriones se parecen a una adopción. Esto incluye la particularidad de que los padres se conozcan.
Así fue como Linda conoció a Lindsay y Tim Pierce, una pareja de 35 y 34 años que no podían tener hijos y estaban buscando un embrión donado. Le parecieron buenas personas, así que accedió a que se llevase a cabo el procedimiento. Así fue como el pasado 26 de julio nació Thaddeus Daniel Pierce, el nuevo hermano de su hija.
¿Por qué es tan especial este caso?
Más allá del hecho de que la donación de embriones se haya hecho a través de una agencia católica, este caso también es muy especial científicamente hablando. Las técnicas de criopreservación de embriones han cambiado mucho en las últimas décadas. Por eso, ni siquiera las organizaciones católicas de adopción de embriones suelen aceptar aquellos que se conservaron hace mucho tiempo. A Linda le costó mucho trabajo encontrar a una que estuviese dispuesta a aceptar su donación justo por ese motivo.
Y es que, en los años 90, cuando ella se sometió a la fecundación in vitro, lo normal era conservar los embriones mediante congelación. En cambio, desde el año 2000 se ha ido haciendo cada vez más habitual la vitrificación. La principal diferencia es la velocidad a la que se lleva a cabo el proceso, ya que la vitrificación es, a grandes rasgos, una congelación ultrarrápida. Al contrario de lo que ocurre con la congelación lenta, al usar la vitrificación es muy raro que se formen cristales que puedan dañar las células del embrión. Por eso, al descongelar hay una mayor probabilidad de que siga siendo viable.
El embrión donado por Linda no solo se preservó con una técnica obsoleta. También llevaba muchísimo tiempo congelado. Por eso, este es un caso único, que además ha tenido un bonito final feliz. Un bebé concebido hace 3 décadas, que ahora descansa en brazos de sus nuevos padres ajeno al revuelo mediático que ha causado su nacimiento. La ciencia es fascinante.