Miércoles (Wednesday) debió superar, en su segunda temporada, un problema complicado. Que la entrega, de apenas ocho episodios, fuera dividida en dos partes con estrenos separados por casi mes de diferencia. Algo que provocó que los primeros capítulos tuvieran mucho de introductorio y perdieran más tiempo del conveniente, en recordar lo que había ocurrido antes. Lo cierto, es que la combinación de factores afectó el interés sobre la producción y se convirtió en una presión extra para la historia.
Pero finalmente, los cuatro capítulos restantes de la segunda temporada, no son solo una conclusión inteligente y bien desarrollada —en lo posible en el escaso tiempo disponible— al argumento central. También, abre la posibilidad de que el universo alrededor de todos los Addams, se expanda a lugares nuevos. De hecho, el punto más interesante del final de la entrega, es el hecho de demostrar todas las posibilidades de la serie.
Más allá de ser las aventuras de su protagonista — interpretada por Jenna Ortega — lo cierto es que Miércoles (Wednesday) abre la puerta a explorar en su familia y sus rarezas. De la historia que los une a una aparente maldición ancestral, a la forma como el enfrentamiento entre Miércoles y Morticia (Catherine Zeta-Jones) es más que complicado de lo que se suponía.
La serie avanza hacia terrenos nuevos. Algo que incluye hasta indagar en la historia de origen de la Academia Nevermore y cómo se relaciona con un pasado turbio. La producción logra mezclar referencias al cine de terror, mitología con un negrísimo y muy divertido sentido del humor. Por lo que, más que nunca, es notoria la influencia de Tim Burton en su colección de guiños al género de lo tenebroso y terrorífico. Sin la necesidad de explicar o recordar lo ocurrido en la historia, Miércoles (Wednesday) puede — ahora sí — avanzar sin trabas en su argumento.
Una heroína que se recupera de sus heridas

Como se recordará, la primera parte de la temporada culminaba con Miércoles siendo arrojada por una ventana, luego de enfrentar a Tyler (Hunter Doohan). Este último, de nuevo, convertido en un monstruo Hyde. También, con las últimas palabras de la protagonista, insinuando en que su enfrentamiento con la peligrosa criatura, podía significar su muerte. Pero por supuesto, la protagonista logró sobrevivir al incidente, solo que ahora, yace en coma y sin indicios de recuperación inmediata.
Un giro al que la parte final de la entrega regresa, pero a través de un recurso curioso. Mostrar qué está pasando en la mente de Miércoles, mientras yace en un punto intermedio entre la vida y la muerte. Y es allí, donde encontrará una de las grandes sorpresas de los nuevos capítulos. Mientras vaga en lo que parece un limbo lleno de recuerdos y trozos de información de su propia mente, se encontrará con Larissa Weems (Gwendoline Christie), la fallecida directora de la Academia Nevermore.

De hecho, el sobrenatural encuentro no es casual y el personaje se apresura a explicar su aparición. Ahora será una especie de guía para Miércoles no solo a nivel psíquico, sino también, en todo lo que ocurrirá después. La serie recupera mucho de su ingeniosa vitalidad con las conversaciones entre Larissa y Miércoles. Pero además, ambas sostienen buena parte de los puntos más interesantes del comienzo de temporada. Por lo que, además de lo que parece ser una presencia protectora — aunque no del todo —, Larissa es el vínculo con la Academia y sus secretos.
Un colegio que adquiere personalidad

Algo que lleva a otro de los puntos altos de los capítulos finales de la segunda temporada de Miércoles (Wednesday). Eso, al lograr brindarle a la Academia Nevermore entidad propia. Una deuda pendiente desde la primera entrega. En especial, porque la venerable institución parecía otra versión de Hogwarts de la saga Harry Potter o la Universidad de Shiz de Wicked. Más allá de ser solo un colegio para chicos raros y todo lo que se relaciona con sus capacidades, ahora, también, es un escenario de una historia tenebrosa. Que, al menos, se insinúa. Una decisión inteligente que permite que la institución — y por ende, todos los que se relacionan con ella — sea más retorcida de lo que hasta ahora había sido. En especial, por su insinuado, vínculo con Willow Hill.
El guion hace un buen trabajo en unir todos los temas y tópicos de temporada en Nevermore. Por lo que la Gala de recaudación de fondos, se convierte rápidamente en algo más que un evento. También, el lugar en que cada una de las situaciones planteadas durante la entrega van a coincidir de una manera u otra. De los secretos de los Addams al posible destino de Enid (Emma Myers). A la vez, pasando por revelar la identidad de la misteriosa paciente sin nombre en Willow Hill. Esta última, una especie de recordatorio para la protagonista de lo que podría pasar si abusa de sus poderes. La Academia se convierte en el epicentro de sucesos complicados que llevarán a Miércoles a descubrir que se oculta en la supuesta misión de la institución de ofrecer refugio a los chicos extraños.

De nuevo, la mano de Tim Burton es más evidente que nunca en la forma de hilvanar cada evento y suceso con un paisaje gótico cada vez más singular. De modo que la serie supera mucho del aire genérico de los primeros capítulos de la segunda temporada. La Academia Nevermore, es en realidad un territorio complicado, que se nutre — en más de un sentido — de la rareza de sus personajes. Un giro que la trama explora con relativa profundidad en los últimos cuatro episodios.
Una invitada legendaria para ‘Miércoles’ (Wednesday)

Por supuesto, uno de los platos fuertes de temporada es la aparición de la enigmática Rosaline Rotwood, interpretada por Lady Gaga. La profesora de música de la Academia Nevermore es, de hecho, una excentricidad de Tim Burton. Eso, al estilo como lo fue Monica Bellucci en Bitelchús, Bitelchús. No obstante, es notorio el interés del argumento en dar un peso específico al personaje, a pesar de su relativamente breve aparición. De hecho, el poco desarrollo de la enigmática Rosaline tiene mucho que ver con un problema que la serie no logra resolver. Lo apresurada que resulta la historia en algunos puntos, en su intento de abarcar varios temas — ya planteados y nuevos — a la vez.
Pero, a pesar de lo poco que tiene que hacer, Lady Gaga brinda a Rosaline la suficiente sustancia para ser algo más que una aparición especial. Lóbrega, maliciosa y sin duda, un misterio que resolver — entre tantos —, el personaje juega con las expectativas y el guion hace lo suficiente para no hacer sencillo descubrir sus intenciones. Además, es notorio que es otro de los personajes tenebrosos tan frecuentes en las obras de Tim Burton, con una estética particular y un pasado turbulento.

Sin embargo, el brevísimo tiempo de que dispone el personaje es un obstáculo para mostrar todo lo que se anuncia y se insinúa sobre su pasado. Por supuesto, también hay una sorpresa musical relacionada con su actuación en el colegio. No obstante, se echa de menos mayor profundidad — y tiempo — para disfrutar de uno de los grandes personajes de temporada del argumento.
Los mismos problemas para la serie fenómeno de Netflix

A pesar de ser mucho más interesante, con un ritmo más rápido y una historia que logra cerrar todos sus cabos sueltos, la parte final de la segunda temporada de la serie deja algo claro. La incapacidad de la producción para explorar en su propio universo con soltura. Los ocho episodios apenas brindan oportunidad al número creciente de personajes y situaciones para resolverse de manera más orgánica y bien planteada.
De modo que mientras Miércoles revela misterios a una velocidad y progresión asombrosa, los episodios parecen excusas para traer a colación situaciones apenas insinuadas. Más allá de la revelación asombrosa — y hasta conmovedora — de la identidad de un personaje entrañable, la producción tiene verdaderos problemas para concluir su conflicto.

Por lo que la rivalidad entre Miércoles y Morticia, se zanja en una especie de explicación muy rápida sobre el peso de la herencia entre familias. Tampoco tiene mucho que hacer el resto de los personajes del colegio, que, de nuevo, son poco más que contexto para enmarcar la vida cotidiana de Miércoles.
Con todo, Miércoles (Wednesday) demostró que, quizás con más episodios o una temporada que no necesita una división artificial, tiene más posibilidades de brillar. Con una tercera temporada ya confirmada — y que el final de la segunda anuncia sin disimulo — solo queda esperar que Netflix tenga más cuidado con una de sus producciones estrella. En especial, por lo mucho que tiene que dar todavía. Si se lo permiten, claro.