Las canas son una de esas señales con las que nuestro cuerpo nos avisa del paso del tiempo. Es cierto que no siempre lo hacen al mismo tiempo. Algunas personas llegan a la vejez con algo de pelo de su color original todavía, mientras que otras ya solo tienen canas a los 30 años. Por motivos sociales y culturales que va siendo hora de destronar, en hombres puede darles aspecto de maduritos interesantes, mientras que en las mujeres se identifica como un signo de dejadez. Dejando a un lado lo injusto que es esto, la realidad es que la llegada de las canas al pelo suele ser bastante temida, por lo que saber que pueden ser el resultado de una acción beneficiosa supone, como mínimo, un consuelo.
Es algo que ha demostrado recientemente un equipo de científicos de la Universidad de Tokio con un estudio realizado EN RATONES. Debemos tener esto muy en cuenta, ya que es pronto para saber si podría replicarse en humanos.
Sea como sea, resulta muy curioso, pues estos científicos han visto que las canas en el pelo de los ratones son el resultado de una reacción celular con la que se evita la aparición de melanomas. Si esto ocurriese también en humanos, está claro que nos daría motivos para abrazar nuestras canas con gusto.
¿Por qué salen canas en el pelo?
Las canas son cabellos cuyo folículo ha perdido la melanina. Este es el pigmento que da color a nuestra piel, pero también a nuestro pelo. Suele sintetizarse en mayor cantidad como respuesta a las radiaciones solares, ya que, al ser un pigmento oscuro, las absorbe antes de que lleguen al ADN. El problema es que todo tiene un límite y la melanina también, por lo que, por mucho que se genere, llega un momento en el que el daño al ADN es inevitable. Este daño puede intentar repararse, pero con el tiempo su acumulación puede conducir a la aparición de melanomas.
Sea como sea, esa melanina no está siempre en la piel. A veces puede estar en los folículos, dando color también al pelo. Cuando se pierde, el cabello se vuelve canoso.
La melanina la producen unas células llamadas melanocitos, que mueren al final de cada ciclo capilar. No obstante, este no es un problema, ya que en el folículo hay también unas células madre que pueden diferenciarse en melanocitos o proliferar para aumentar sus reservas y, en un momento dado, diferenciarse igualmente a más melanocitos.
Esa renovación ocurre en el pelo de una forma bastante eficiente hasta los 30 años. Sin embargo, a partir de esa edad, y a veces incluso antes, se van perdiendo algunas de estas células madre, por lo que el pelo va perdiendo melanocitos y, con ellos, melanina. Es así como aparecen las canas en el pelo.
Como vemos, ocurre simplemente con el paso del tiempo, pero hay factores que pueden acelerar el proceso, como el estrés. Todos conocemos a alguien a quien el estrés le ha salpicado el cabello de canas.
¿Qué tiene que ver todo esto con el cáncer?
Los autores de este estudio quisieron comprobar cómo afectan los daños en el ADN de los melanocitos al color del pelo. Para eso, tomaron un grupo de ratones a los que expusieron a distintas situaciones que pueden conducir a algunos tipos de cáncer de la piel, como el melanoma.
Observaron que, al producir roturas de doble cadena en el ADN, esas que con el tiempo se relacionan con el envejecimiento y el cáncer, las células madre de los melanocitos (McSC por sus siglas en inglés) se diferenciaron y, por lo tanto, desaparecieron para una nueva ronda. Esto es importante. Las células madre tienen la opción de diferenciarse o proliferar. Una vez que se diferencian ya son células adultas y no pueden volver atrás de forma natural. Cada célula madre que se diferencia y lleva a cabo su función es una célula madre menos. Esto, por lo tanto, finaliza con la aparición de canas en el pelo, ya que desaparecen las células capaces de sintetizar melanina.
Al contrario de lo que ocurre en este proceso, los autores del estudio vieron que, cuando se exponían a algunos agentes cancerígenos, las células madre no seguían esa vía, sino la de proliferar. Una proliferación descontrolada puede acabar en el desarrollo de tumores. Por eso, la aparición de canas era el resultado de una gestión más eficiente de los daños en el ADN.

¿De qué sirve saber todo esto sobre las canas en el pelo?
Estos resultados son curiosos y, como hemos adelantado, podrían ayudarnos a abrazar nuestras canas si se extrapolaran a humanos. Sin embargo, es pronto para hablar de algo así. Por el contrario, lo que afirman en un comunicado los autores de la investigación es que, “al identificar los circuitos moleculares que gobiernan esta bifurcación del destino, el estudio proporciona un marco conceptual que vincula el envejecimiento tisular y el cáncer, y destaca el papel beneficioso de eliminar las células madre potencialmente dañinas mediante esta diferenciación, lo que resulta en un fenotipo que protege contra el cáncer”.
Es un dato interesante para comprender mejor cómo se desarrolla un melanoma. De cualquier modo, aunque esto solo se haya hecho en ratones, también hay motivos para que abracemos nuestras canas si nos apetece, igual que para que las tiñamos si es lo que queremos, independientemente de si somos hombres o mujeres. Las canas tienen la misma función para todos.