Durante la última década, Hugh Jackman ha sorprendido por su versatilidad. De su faceta como cantante y bailarín talentoso en El gran showman a superhéroe (otra vez) en Deadpool y Lobezno (Wolverine). Lo cierto es que el intérprete demostró, y con creces, su capacidad para hacer frente a cualquier reto cinematográfico. Pero no se trata de una novedad: ya en 2008, Jackman protagonizó junto a Nicole Kidman un romance épico sorprendente. Australia, disponible en Disney+, mezcló el talento como interprete con su indudable carisma en una historia apasionante.
Todo, bajo la dirección de Baz Luhrmann (Moulin Rouge! y Elvis). De hecho, el director cumple con Australia una ambición muy personal. Rodar un melodrama romántico que aspirara a convertirse en un emblema nacional. También, en una epopeya capaz de dialogar con clásicos de otro tiempo. Su proyecto tenía una meta clara: ofrecer un relato que funcionara tanto como entretenimiento popular como pieza de prestigio. Y lo logra, gracias no solo a la historia — un romance a través de décadas entre dos figuras apasionadas — sino también su elenco.
Hugh Jackman se une a Nicole Kidman en un argumento que comienza en 1939, con el mundo al borde de la guerra. Mientras Europa se sacude con la invasión de Polonia, la historia se enfoca al norte de Australia, donde Lady Sarah Ashley (Kidman) viaja desde Inglaterra para descubrir la supuesta infidelidad de su esposo. Al llegar descubre que, en realidad, su marido ha sido asesinado y que hereda una propiedad de dimensiones enormes, Faraway Downs, símbolo de poder económico pero también de conflicto. Por lo que tendrá que enfrentar un terreno hostil apenas sin conocimientos o habilidades.
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El amor en las peores circunstancias en ‘Australia’
La aparición de Drover (Hugh Jackman), un pastor encargado de ayudar a Lady Sarah, solo hará las cosas más complicadas. El vaquero independiente está poco interesado en jerarquías y tiene un código de vida basado en la libertad. Por lo que, frente a la rigidez y los modales de la dama británica, él representa la rudeza y la conexión directa con la tierra. No solo es guía de ganado, también funge como vínculo entre la protagonista y los trabajadores aborígenes del rancho, en particular con Nullah (Brandon Walters) un niño mestizo que se convierte en el verdadero narrador emocional de la película.
Por supuesto, Lady Sarah y Drover terminarán por enamorarse en las peores circunstancias posibles. Todo en el contexto de una épica nacionalista que el estilo barroco del director, convierte en paisajes ultra saturados y melodramáticas escenas de sufrimiento. Con todo, la Australia se aleja como puede de la sensiblería barata, con una historia — que también escribe el director — que explora en un territorio desconocido y fascinante. De la ironía de una mujer británica que sigue vestida como si estuviera en un salón londinense mientras se enfrenta a cuatreros, hasta la dureza del desierto australiano.
Esta tensión entre lo refinado y lo salvaje, entre lo europeo y lo local, es una constante en Australia. De modo que más allá de los detalles de guion, la intención de Luhrmann es explorar a una protagonista femenina en un espacio de transición, obligada a adaptarse a un contexto que desafía su visión de mundo. Pero, en especial, en la capacidad de Hugh Jackman de encarnar al país como una fuerza de la naturaleza a cualquier intento de controlarle. Un punto de vista que se vuelve cada vez más extremo a medida que la película muestra las tensiones sociales y culturales de un país abrumado por la violencia y el dolor.
Un malvado para la historia
Como en todo western disfrazado de epopeya nacional que se precie, no puede faltar el antagonista que simbolice la codicia y el abuso de poder. En este caso, ese papel recae en King Carney (Bryan Brown), un ganadero que busca apropiarse de Faraway Downs para consolidar su dominio. Predecible y caricaturesco, es también un contrapeso ideal para la historia. En especial, porque Hugh Jackman y Bryan Brown se convierten en extremos de un mismo impulso: el de convertir a la tierra en símbolo de poder.
Pero mientras Drover desea que esa pertenencia sea en beneficio no solo de Sarah o suya propia, King Carney encarna la avaricia más despiadada. Entre ambas cosas, el director y guionista evita lugares comunes, al reformular la típica historia de lucha del bien contra el mal. Eso, al poner a una mujer extranjera al frente del desafío, acompañada de un vaquero solitario. En este trayecto, además, el amor entre Lady Ashley y Drover, convierte a la cinta en una batalla ya no solo por la propiedad, sino por la felicidad futura.
Cursi y tópica como parece, Australia desafía sus propios límites y convierte a Hugh Jackman en un héroe atemporal que sorprende por sus matices. Algo que permite que la película celebre no solo el género de aventuras y el western del que proviene, sino también al romance más tradicional. Un logro que convierte a la película en uno de los tesoros ocultos en el catálogo de Disney+ que puedes ver ahora mismo.
