La dura realidad del orgasmo: es hora de actuar de una vez por todas

La dura realidad del orgasmo: es hora de actuar de una vez por todas

Alrededor del 60 % de las mujeres han fingido alguna vez un orgasmo. Solo el 65 % señalan que llegan siempre o casi siempre al clímax, mientras que entre hombres ocurre en un 95 %. Estas son dos claras cifras que nos demuestran que la brecha orgásmica es una realidad que, como tantas otras brechas de género, sigue muy abierta aunque intenten hacernos creer que se ha cerrado.

De hecho, si realmente se estuviese cerrando, habría diferencias de edad. Los jóvenes estarían más concienciados o quizás los mayores habrían aprendido de sus errores. Sin embargo, según un estudio publicado en 2024, la brecha orgásmica no tiene diferencias claras por grupos de edad. Existe en todos los grupos y no hay ninguna tendencia en una dirección u otra. Se realizó con personas de entre 18 y 100 (sí, 100) años y no hubo diferencias en lo que a la brecha orgásmica se refiere. 

Por lo tanto, estamos ante un problema que requiere que se siga hablando. Es importante continuar divulgando por qué las mujeres tienen menos orgasmos que los hombres. Porque no, al contrario de lo que aseguran muchas personas, no se debe a dificultades biológicas. Es tan fácil llegar al orgasmo con vagina como con pene. De hecho, las mujeres cis heterosexuales suelen llegar al orgasmo con más freciencia mediante la masturbación que con sus parejas y las lesbianas llegan al orgasmos con más facilidad que las heterosexuales. Ahí hay un patrón y es importante que lo veamos y sepamos cómo detenerlo. Por eso, este 8 de agosto, Día del Orgasmo Femenino, es un buen momento para divulgar de nuevo sobre esta brecha de género. 

Los orígenes de la brecha orgásmica

El origen de la brecha orgásmica está muy claro. En un artículo para The Conversation, la psicóloga y sexóloga Laurie Mintz señala que solo el 4 % de sus pacientes prefieren llegar al orgasmo con la penetración. El 96 % necesitan la estimulación del clítoris. Esto es totalmente lógico, ya que el clítoris es prácticamente el equivalente al pene en las personas con vagina. Está compuesto por tejido eréctil y tiene una gran cantidad de terminaciones nerviosas. Muchísimas más que la vagina. Por eso las sensaciones son mucho más placenteras con la estimulación clitoriana. 

De hecho, según ha explicado a Hipertextual la psicóloga y sexóloga Laura Marcilla, en muchas ocasiones si se llega al orgasmo con la penetración vaginal es porque con ella se están estimulando los bulbos y las ramas internas del clítoris. 

masturbación y salud mental
La mayoría de mujeres llegan más fácilmente al orgasmo mediante masturbación. Crédito: Freepik

Cuando una mujer se da placer a sí misma sabe bien que estimulando el clítoris sentirá más placer. Si es una mujer la que da placer a otra también lo sabe. Y la realidad es que los hombres disponen también de esa información. El problema es que muchos se siguen aferrando a lo que ven en el cine, la televisión, los libros y las revistas.  Vemos, oímos y leemos continuamente escenas de sexo heterosexual en las que el orgasmo se alcanza rápido, solo mediante la penetración y de una forma abrupta y escandalosa. Normalmente con las dos personas que mantienen la relación llegando a la vez, por supuesto. 

“Se crean unas expectativas irreales sobre lo rápido o lo fácil que es llegar al orgasmo”, señala Marcilla.  Además, “por desgracia, en muchas ocasiones se generan más dificultades en las mujeres que en los hombres para expresar lo que les gusta”. ¿Cómo vas a comunicar que tú no eres capaz de llegar al orgasmo igual que la protagonista de tu novela romántica favorita? ¿Puede que le moleste a tu novio saber que es imposible que llegues al clímax tan rápido como la chica de la película que visteis anoche? ¿No herirás su orgullo? En esos casos, muchas veces se opta por fingir, cuando la realidad es que es mucho más sano comunicar lo que ocurre. Si la otra persona tiene un mínimo de empatía e inteligencia emocional no debería enfadarse. 

Mejor en pareja

El sexo con parejas estables no tiene que ser necesariamente mejor. Sin embargo, es cierto que hay estudios que señalan que solo el 10 % de las mujeres llegan al orgasmo en una primera relación sexual con una persona, mientras que el 68 % lo hacen con parejas estables o con las que hay mucha más confianza. Esto, de nuevo, refuerza la importancia de la comunicación para acabar con la brecha orgasmica. 

En busca de soluciones contra la brecha orgásmica

La brecha orgásmica se puede cerrar, como también se pueden cerrar la salarial y el resto de brechas de género. Ahora bien, para ello, hace falta mucha voluntad, sobre todo por parte de las personas a las que menos les afecta dicha brecha. Igual que para la brecha salarial quienes tienen que poner más de su parte son los empresarios, en el caso de la brecha orgásmica los primeros que deben actuar al respecto son algunos hombres. Esos hombres que sí que llegan al orgasmo la mayoría de las veces a través de una penetración que saben que, en el fondo, no será tan placentera para sus parejas como para ellos. Porque sí, se habla mucho de la brecha orgásmica y en el fondo a todos nos suena. El problema es que oímos sobre ella, pero no escuchamos.

sexo, personas mayores
No se han encontrado diferencias por edades en la brecha orgásmica. Crédito: Gustavo ring (Pexels)

La clave está en la educación sexual

Para empezar, Laura Marcilla considera que la primera medida, posiblemente la más importante, es la educación sexual. “Educación sexual entendida no sólo como conocimientos de anatomía, biológicos, físicos, sino también una educación que incluya las relaciones interpersonales, las habilidades sociales, la capacidad de comunicación, la gestión del rechazo o del poder asumir que a lo mejor tu pareja no ha disfrutado de esta manera que tú creías que le iba a gustar”. Hay que desmontar todos esos mitos. Para la sexóloga, sería gran parte de la solución. 

“Por supuesto, también se debe desmitificar o deconstruir los mensajes que muchas veces se ven en el porno mainstream, que tiene que ver con que en el mismo segundo en el que empieza la penetración ya hay un orgasmo, o comprender que los orgasmos no siempre tienen que ser muy explosivos, con gritos o gemidos”. También añade que otro error es “creer que el orgasmo femenino tiene que ir acompañado de squirt y que si no hay squirt no es orgasmo, cuando son dos fenómenos diferentes”. Pueden ocurrir a la vez, pero no son sinónimos y uno puede ocurrir sin el otro.  De hecho, añade que el squirt ni siquiera es siempre satisfactorio para las mujeres. Simplemente lo tienen sin más.

Por otro lado, Mintz recalca en su artículo para The Conversation la importancia de empoderar a las mujeres para que aprendan sobre su cuerpo, especialmente sobre qué les gusta y qué no. Generalmente esto suele hacerse mediante la masturbación, para luego, si es necesario, aplicarlo a las relaciones con otras personas.

educación sexual
La educación sexual también habla sobre las relaciones interpersonales y es muy importante desde que somos pequeños. Crédito: CDC

En definitiva, la brecha orgásmica existe porque dejamos que exista. Hoy en día tenemos suficiente información para saber que el sexo no es como en las películas. Disponemos de la opción de que los niños reciban educación sexual desde bien pequeños. Por desgracia, muchos padres siguen pensando que es una forma de perversión, cuando en realidad es, no solo una llave para cerrar la brecha orgásmica, sino también una vía para reducir las agresiones sexuales, mejorar la autoestima, promover relaciones más sanas, tanto sexuales como sentimentales…

Un niño que ha recibido educación sexual se convertirá en un adulto más informado y seguro en sus relaciones. Posiblemente una mujer que no duda en pedir lo que quiere en vez de fingir para contentar al otro o un hombre que sabe cómo dar placer a su pareja, sea cual sea su género, pero que tampoco se frustra si no lo consigue. Y, ¿por qué no soñar?, también un adulto que sabe que hay sexo más allá del coito y placer más allá del orgasmo. Sin educación sexual, seguiremos reivindicando año tras año la necesidad de cerrar la brecha orgásmica, pero posiblemente nunca lleguemos a lograrlo. 


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