A lo largo del día de hoy el Gobierno de Donald Trump anunciará una serie de hallazgos recientes en los que se relaciona el consumo de paracetamol con el riesgo de autismo. No estamos hablando de que los niños tomen el fármaco, sino de que lo hagan las madres durante el embarazo. Según se ha filtrado, sus pesquisas se han basado en dos estudios realizados por científicos del Hospital Mount Sinaí y la Universidad de Harvard. Habrá que ver qué dicen esos estudios, aunque la realidad es que no son los primeros que establecen tal relación.
Sí, el paracetamol, conocido comercialmente como Tylenol en Estados Unidos, lleva mucho tiempo en el punto de mira científico por la posibilidad de que afecte al desarrollo neurológico del feto en caso de que se consuma durante el embarazo. Existen muchísimos estudios al respecto. Sin embargo, tanto la mayor autoridad sanitaria estadounidense, la FDA, como su homóloga europea, la EMA, siguen considerando la mejor opción farmacológica para tratar dolor y fiebre durante el embarazo. ¿Por qué?
La realidad es que, si se sigue recomendando, es por varios motivos. El primero es que buena parte de los estudios se han llevado a cabo con una metodología débil o sin tener en cuenta otros factores que puedan influir en los resultados. Algunos sí que están muy bien diseñados, pero la relación que encuentran es mínima. Y, finalmente, muchos hacen referencia a un consumo mantenido. Con un consumo puntual no parece que el riesgo sea demasiado. Por eso, dado que no se han encontrado alternativas mejores, se sigue recomendando únicamente cuando es estrictamente necesario. Aunque en esto último, parece que Trump también tiene algo que decir, pues en la filtración que se ha hecho al respecto se incluye que su Gobierno dispone de una alternativa mejor.
¿Cómo funciona el paracetamol?
El paracetamol, conocido también como acetaminofén, actúa inhibiendo la síntesis de prostaglandinas, unas sustancias que intervienen en un gran número de procesos, incluyendo la generación de la sensación de dolor y la elevación de la temperatura corporal como parte de la respuesta inmunitaria. Este es el motivo por el que el paracetamol se usa tanto como analgésico como para calmar la fiebre. Debemos quedarnos con este dato, pues nos hará entender algo un poco más adelante en este artículo.

¿Cómo se ha relacionado el Tylenol con el autismo?
Para empezar, no deberíamos hablar de autismo; sino, más bien, de trastornos del espectro autista. Sea como sea, es cierto que hay muchos estudios que apuntan a que el paracetamol puede afectar al buen desarrollo neurológico de los fetos, aumentando el riesgo de ciertas afecciones relacionadas. Sobre todo, se suele relacionar con los trastornos del espectro autista (TEA) y con el trastorno por hiperactividad y déficit de atención (TDAH).
Por ejemplo, se ha visto que los bebés en cuyo cordón umbilical se encuentran niveles altos de metabolitos del paracetamol tienen un riesgo más alto de desarrollar con el tiempo cualquiera de dichos trastornos. Los metabolitos son sustancias que se producen cuando el metabolismo descompone un compuesto. Por lo tanto, si hay metabolitos de paracetamol en el cordón umbilical, está claro que la madre consumió el fármaco y que este llegó, directa o indirectamente, hasta el feto.
Otro estudio en el que se relacionan estos trastornos con el consumo de paracetamol se publicó en 2024, de la mano de científicos del Instituto Karolinska, en Suecia. En dicho estudio intervinieron 2.480.797 niños nacidos en Suecia entre 1995 y 2019. A todos ellos se les hizo un seguimiento hasta 2021.
Un total de 185.909 niños habían estado expuestos al paracetamol durante el embarazo. Al cumplir los 10 años, el riesgo de desarrollar TEA era de un 1,53 % para ellos, mientras que los que no se expusieron al fármaco tenían un riesgo del 1,33 %. La diferencia es significativa, pero no enorme. Sin embargo, cuando no se tuvo en cuenta el control de hermanos, la diferencia era aún menor y ya no podía considerarse significativa.
¿Qué es el control de hermanos?
Con el control de hermanos se hace referencia a comparar el riesgo entre hermanos que han tomado o no el paracetamol. Así, se puede ver si la genética tiene más peso que el medicamento. Es algo que se hizo en 2021 en un estudio sobre TDAH. Se observó que el riesgo de padecerlo era prácticamente el mismo entre unos hermanos que habían estado expuestos a paracetamol y otros que no. El medicamento tenía mucho menos peso que la genética.

¿Por qué podría causar estos trastornos el paracetamol?
Aunque no hay estudios dirigidos estrictamente a establecer los motivos por los que ocurre todo esto, sí que hay algunas revisiones que apuntan a hipótesis con bastante sentido.
En primer lugar, se establece que las prostaglandinas están muy relacionadas con una gran cantidad de funciones cerebrales. Por ejemplo, intervienen en el aprendizaje espacial, la plasticidad sináptica y el desarrollo cerebeloso. Podría ser que, al inhibir estas sustancias, también se esté inhibiendo el correcto desarrollo de esas y otras funciones cerebrales. No obstante, en el mismo estudio en el que se hace esa apreciación se apunta a otra posible causa en la que el paracetamol no es el culpable.
Y es que hay sistemas implicados en el funcionamiento del sistema inmunitario que también se relacionan con el cerebro. Por ejemplo, es lo que ocurre con el sistema endocannabinoide. Existen receptores de dicho sistema cuya interferencia en momentos críticos puede afectar al desarrollo cerebral. Pero también hay receptores muy asociados a la regulación del sistema inmunitario. Por eso, si una embarazada está pasando por un proceso doloroso o inflamatorio que requiere paracetamol, podría ser la propia inflamación o enfermedad la que afecta al feto. Esto podría comprobarse con estudios específicos. Sin embargo, por ahora no se ha llevado a cabo ninguno que tenga en cuenta este y otros factores de confusión olvidados.
Entonces, ¿tiene razón Donald Trump?
Habrá que ver cómo son los estudios que usará como prueba el Gobierno de Donald Trump. Ya hemos visto que, los que ya existen, cuentan con bastantes limitaciones. También sabemos que el asesor sanitario de Donald Trump es uno de los defensores de un estudio retractadísimo en el que se señalaba que las vacunas pueden producir autismo. En su día se retractó al estudio tras demostrarse que se había realizado con datos falsos. No obstante, sigue habiendo personas que lo defienden. Por eso, deberíamos andarnos con pies de plomo con lo que declare Trump sobre el paracetamol.
Lo que sí está claro es que, aunque se siga tomando, debe hacerse lo mínimo posible. Solo cuando no hay más remedio. Especialmente se ha visto que, si hay una influencia negativa, se da en el segundo y el tercer trimestre. Por lo tanto, son eso los momentos en los que se debe tener aún más en cuenta que el consumo sea puntual. A falta de alternativas, no hay mucho más que hacer. Ahora bien, ¿presentará de verdad el Gobierno de Donald Trump una alternativa eficaz? Lo veremos. De momento, ya hemos visto que deberíamos empezar tomando la información con muchas pinzas.