ATENCIÓN: El artículo contiene SPOILERS del final de Frankenstein de Guillermo del Toro.
Netflix ha puesto el punto y final a la espera y ya ha estrenado en su plataforma de streaming la Frankenstein de Guillermo del Toro. Tras casi un mes enamorando a los espectadores en cines seleccionados, la cinta ya está disponible para ver desde casa. Una fecha marcada en rojo en el calendario de la compañía, pues es una de las películas más ambiciosas de su historia. Y, sobre todo, uno de sus pilares para esta próxima temporada de premios.
En Frankenstein, Guillermo del Toro revisita el clásico mito de la novela de Frankenstein o El moderno Prometeo desde un poético punto de vista. El protagonista es Víctor, un hombre obsesionado con conquistar la muerte, llegar a superarla. Durante toda su vida, el científico se dedicará a estudiar la anatomía humana para descubrir cómo insuflar de vida a los cadáveres. Una tarea que le valdrá poderosos aliados pero que, también, le llevará a los límites de la locura cuando consiga crear a su Criatura.
Pero, a diferencia de otras adaptaciones, la Frankenstein de Guillermo del Toro ha cambiado bastante el final con respecto a la novela. De hecho, no solo es el desenlace lo que altera, sino prácticamente toda la historia. A partir del libro de Shelley, el cineasta mexicano ha tratado de plasmar su propia experiencia, como hizo en su día la autora. Una visión más libre pero, en espíritu, aún más cercana a la obra original.
El final de Frankenstein de Guillermo del Toro
En Frankenstein, se intuye que Mary Shelley se inspiró en su propia vida. Su madre falleció cuando era muy pequeña y su padre renegó de ella, especialmente cuando se casó contra su voluntad con Percy Shelley. Esto llevó a la novelista a escribir sobre una Criatura sin madre y cuyo padre le detestaba. Guillermo del Toro ha querido contar esa misma historia, pues él también creció con un padre que no alcanzaba a comprender la creatividad de su hijo. “No hablaré de un monstruo y un creador, sino de mí y mi padre, y de mí y mis hijos. Y será difícil hablar de ello, como debió de serlo para ella”, ha llegado a decir.
Es precisamente en el enfoque donde Guillermo del Toro cambia la historia de Frankenstein, llevándonos a un final tremendamente emotivo. A diferencia del libro, la Criatura de la película es desde el primer instante básicamente un niño de dos metros. Un ser inocente que solo necesita amor. No es él quien comete los crímenes (ni siquiera hace daño a nadie que no se lo intente hacer a él antes) sino su padre.
Víctor Frankenstein es un hombre que, de niño, sufrió abusos de su padre, frío y maltratador. Unos patrones que él repite después con su Criatura. Le encadena, le intimida, le golpea, se mete con él, le insulta e incluso trata de prenderle fuego. En el libro, se entendía que el doctor quiso abandonarle por puro terror. En la película, lo hace porque siente asco por él, lo considera un fracaso ya que es una obra suya que “no muestra signos de inteligencia”.
De esta manera, el Frankenstein de Guillermo del Toro no narra el arco de redención de la Criatura sino de su padre, algo que llega a su culmen en el final de la cinta. Cuando se encuentran por fin en el barco, con el personaje de Oscar Isaac al borde de la muerte, se plantea la duda definitiva que no estaba en el libro. ¿Puede Victor Frankenstein redimirse de sus pecados, de sus fracasos como padre? ¿Puede existir amor en la relación padre-hijo del doctor y la Criatura tras todo su enfrentamiento?
Lo que Guillermo del Toro nos cuenta con el final de Frankenstein es que su visión es optimista. Victor Frankenstein le pide perdón a su Criatura y este le perdona. Con este gesto, se cierra la herida abierta que ni siquiera en la novela de Mary Shelley se llega a sanar. Las almas de Victor y la Criatura encuentran la paz, la esperanza. Un desenlace poético, redondo y lleno de sentimiento.
Frankenstein de Guillermo del Toro ya está disponible en Netflix.
