Tras revolucionar al mundo con su visita al Festival de Cine de San Sebastián, Jennifer Lawrence estrena por fin en cines Die My Love. Un drama que ella misma produce y protagoniza bajo la batuta de la directora Lynne Ramsay (En realidad, nunca estuviste aquí). Además, junto a la estrella de Los Juegos del Hambre se encuentra Robert Pattinson, conformando así la esperadísima colaboración con el actor de Crepúsculo, la otra gran saga juvenil de la época. Solo que esta película no se parece en nada a lo que los fans de aquellas franquicias podrían esperar.
Die My Love es la historia de una pareja joven y enamorada, Grace y Jackson, cargada de ilusiones que se muda de Nueva York a una casa heredada en el campo. Grace intenta encontrar su identidad con un nuevo bebé en ese entorno aislado. Pero al redescubrirse a sí misma tras un periodo de desmoronamiento, no lo hace en la debilidad, sino en la imaginación, en la fortaleza y en una impresionante e indómita vitalidad.

Die My Love
Tras su paso por festivales, por fin llega a los cines Die My Love, lo nuevo de Jennifer Lawrence. La actriz ofrece un papel extremo en un filme irregular pero plagado de simbolismo. Un retrato de la depresión posparto que inunda la pantalla con sentimientos y emociones canalizadas en su doliente protagonista. Una reflexión sobre la maternidad desde lo radical, con la intérprete sosteniendo la propuesta en todo momento.
Café para cafeteros
Ya con la premisa nos damos cuenta de que Die My Love no es para todo el mundo. La película arranca sencilla, como cualquier otro drama de pareja feliz que se muda al campo. Jóvenes y apasionados, los dos protagonistas no pueden poner freno a sus pasiones. Tienen por delante toda una vida llena de retos. E, inteligentemente, Ramsay nos los presenta determinados a superarlos a base de amor. Rehacer su ruinosa casa para convertirla en hogar, adaptarse al mundo rural, formar una familia…
Hasta aquí todo bien. Pero es cuando llega el bebé cuando las cosas empiezan a retorcerse. A estas alturas ya hemos descubierto que toda la historia de Die My Love se ve a través del prisma de los ojos de Grace. Y cuando su mente empieza a deslizarse por una cuesta abajo inevitable, la película hace lo propio, derivando en un estado de locura cinematográfica que no será fácil de tragar para el espectador medio. Al igual que a su atormentada protagonista, el filme plantea un reto a los espectadores.

Die My Love hay que entenderla desde lo emocional, no desde lo visual. Lo que Ramsay nos cuenta es una depresión posparto llevada al extremo. La cinta no pretende justificar las acciones de Grace, cada vez más terribles y lesivas. Solo quiere mostrarnos cómo un cambio tan drástico en la vida de una mujer puede llevarla a perderse en sí misma. Realidad y ficción se mezclan en su mente a base de sentimientos fortísimos que la bombardean sin cesar, igual que a nosotros desde la butaca.
La propuesta de Die My Love es interesantísima y muy potente. Es, en esencia, una reflexión sobre la maternidad y sobre las exigencias sociales hacia la mujer que es madre, sobre cómo esto la lleva a alejarse a su propio ser. Sin embargo, no es una película perfecta porque, como Grace, la cinta también se pierde mucho en sí misma y en su efectismo. La constante repetición de patrones acaba aburriendo por momentos. Es como si la cinta no quisiera cambiar de tercio cuando lo que nos ha contado ya está manido y trillado hasta la extenuación. Eso pesa mucho en un ritmo que se vuelve bastante irregular y farragoso, con escenas brillantes de puro cine arte cargado de simbolismo a la que le siguen otras mucho más banales y predecibles.

Jennifer Lawrence, una actriz única
No nos engañemos, Die My Love está confeccionada para el lucimiento de Jennifer Lawrence. Se nota mucho que su mano está detrás de la producción de la película, regalándose a sí misma infinidad de escenas para brillar. Pero es que no hay muchas estrellas a día de hoy capaces de hacerlo como ella. La oscarizada intérprete se desata con un papel radical, extremo y exigente que a la inmensa mayoría les habría quedado enorme.
Ella lo hace suyo y confiere una verdad dramática imposible al proceso de Grace. Es obvio que, sobre el papel, es una película pensada para valerle premios y nominaciones. Pero hay que ser capaz de llenar esos zapatos y ella lo consigue con una naturalidad y un poderío desbordantes. Quizá no le llegue para los Oscar y demás galardones, pero será más por las irregularidades de la cinta que por su trabajo actoral, que es mayúsculo. Si finalmente la viéramos nominada, a nadie le sorprendería porque es una interpretación de muchísimo nivel.

También está excelente Robert Pattinson junto a ella. Víctima y verdugo a la vez, su papel en Die My Love es más pequeño y le da menos pie a lucirse. Pero clava todas las escenas que le tocan. Especialmente porque la química que irradian ambos cuando están juntos es muy difícil de conseguir. Y, sobre todo, de fingir. Se nota que se entendieron perfectamente, apoyándose mutuamente en la interpretación del otro para llevar a sus personajes a lugares y estados mentales duros y complejos.
Es curioso cómo las dos grandes estrellas del cine mainstream juvenil de los 2000 y 2010 se han juntado, precisamente, con una película así. Lejos de buscar el taquillazo asegurado con un producto convencional hollywoodiense, han optado por algo mucho más autoral, independiente y distinto. Una decisión valiente y muy aplaudible, por encima de cualquier defecto que Die My Love pueda tener. Atrás quedaron Katniss Everdeen y Edward Cullen. Lo que son hoy Jennifer Lawrence y Robert Pattinson es dos de los mejores actores de su generación, con un talento descomunal.

En definitiva, Die My Love es un retrato de la depresión posparto áspero y agotador. Una película sobre la maternidad que se lanza de lleno en busca de la belleza y del dolor de su protagonista, con Jennifer Lawrence otra vez en estado de gracia. Todo funciona mejor sobre el papel que en la ejecución, que se atasca y termina por cansar, no por lo que cuenta sino por cómo lo hace. En cualquier caso, es un drama lo suficientemente potente como para merecer un visionado y dejarnos sumergir en esa mente rota y llena de emociones irrefrenables de la apesadumbrada Grace.

