Deja de mentir: el 1 de septiembre no es como tu crees

Deja de mentir: el 1 de septiembre no es como tu crees

Este 1 de septiembre cae en lunes y las redes sociales no paran de insistir con que se trata del lunes más lunes de la historia (nada exagerados). Desde luego, es una vuelta a la rutina en todos los sentidos. Una depresión postvacacional marcada además por el desagradable efecto de los lunes. Pero lo cierto es que, aunque nos quejemos mucho, en el fondo el 1 de septiembre es beneficioso para nosotros. Al fin y al cabo, los seres humanos necesitamos la rutina. ¡Incluso disfrutamos de ella!

Sí, hoy no lo entiendes, porque echas de menos la playa y las mañanas sin despertador. Las echas de menos porque las has disfrutado y porque eran totalmente necesarias. El descanso es esencial para nuestra salud y no basta con un par de días. Las vacaciones son una necesidad y deberían ser un derecho. Pero eso no quita que, en el fondo, te guste tener rutinas establecidas. Unas más que otras, lógicamente, pero te gusta.

Es algo en lo que coinciden tanto los psicólogos como los neurocientíficos. Nuestro cerebro busca la vuelta a la rutina. Nos premia por ella. Y eso nos hace sentir bien. ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que nos lleva a torturarnos de esa manera? Veamos qué es lo que dice la ciencia.

La depresión postvacacional no existe

Antes de empezar, es muy importante dejar esto claro. No hay ni una depresión postvacacional ni un síndrome postvacacional. Debemos dejar de patologizar ciertos sentimientos que son totalmente normales. Después de las vacaciones es lógico que echemos de menos el disfrute y la disminución de las responsabilidades. Puede incluso producirse cierto bajón anímico. Pero no hay unos criterios diagnósticos para definirlo porque no es una enfermedad. De hecho, todo vuelve pronto a la normalidad básicamente porque, en el fondo, la vuelta a la rutina nos gusta.

De hecho, si sentimos que pasa el tiempo y seguimos tristes por la vuelta a la rutina puede que sí haya algún problema de base. En ese caso deberíamos consultar con un psicólogo, pero no porque tengamos depresión postvacacional, sino porque hay algo en nuestra rutina que nos hace sentir anímicamente mal. Eso es lo que debemos intentar solucionar.

vuelta a la rutina
Volver a la rutina en un principio puede bajar el ánimo, pero es algo temporal. Crédito: Freepik

Los hábitos llevan la atención a donde hace más falta

Lo bueno que tienen los hábitos es que llega un momento en que los automatizamos. Seguro que este verano te ha pasado eso de despertarte a la misma hora de siempre sin necesidad de despertador. En realidad despertarse no requiere un esfuerzo, pero incluso con aquello que sí lo requiere también creamos automatismos. Por ejemplo, cuando conducir se convierte en un hábito lo hacemos casi sin pensar. Si cada mañana desayunamos lo mismo, no importa lo dormidos que estemos, nos moveremos por la cocina como autómatas buscando cada uno de los ingredientes. Eso sí, ay de nosotros como nos cambien uno de sitio.

En general, el hecho de automatizar los hábitos tiene una ventaja y es que despejamos la mente para dedicar esfuerzo a nuevos retos. Según ha explicado recientemente el psicólogo Pádraig Walsh en declaraciones recogidas por el medio irlandés RTE, disminuimos la carga cognitiva de nuestras tareas diarias. Al no tener esa carga cognitiva, podemos esforzarnos más en otros propósitos. Porque, lógicamente, todos los días pueden traernos imprevistos o nuevos retos a los que enfrentarnos, voluntaria o involuntariamente.

Por otro lado, según explicó el año pasado en The Conversation la profesora Susana P. Gaytán, de la Universidad de Sevilla, esto también es útil para nuestro aprendizaje. Los seres humanos aprendemos a base de repetir y repetir. Por eso, nuestro cerebro premia la repetición con dopamina. Esta es la hormona que controla los sistemas de recompensa. Es decir, esa serie de rutinas cerebrales que premian con un chute de placer esas tareas que, por lo general, son beneficiosas para nosotros como especie. Si la repetición es beneficiosa para nosotros, los hábitos también lo son. Por eso, en el fondo, la vuelta a la rutina es muy placentera, aunque al principio no nos demos cuenta.

Otros beneficios de la vuelta a la rutina

Para Walsh, en el año hay dos momentos ideales para comenzar nuevos hábitos que puedan ser beneficiosos para nosotros. Uno es el 1 de enero, con el inicio del nuevo año, y otro el 1 de septiembre, con la vuelta a la rutina después de las vacaciones de verano del hemisferio norte.

En ambas fechas se produce lo que el psicólogo denomina como una interrupción de la rutina. Hay un punto de inflexión entre la heterogeneidad de las vacaciones y el orden de la vuelta a la rutina. Justo ahí, estamos preparados para introducir un nuevo hábito. Es importante hacerlo poco a poco; ya que, si nos proponemos algo demasiado ambicioso, que rompa mucho con la rutina que ya teníamos establecida, será más difícil introducirlo. Se deben dar pasos poco a poco. Por ejemplo, si nos proponemos empezar a ir al gimnasio será muy bueno para nosotros, desde luego, pero si el reto es ir 7 días a la semana no duraremos ni un mes. En cambio, si introducimos 2 o 3 días a la semana para empezar, será mucho más alcanzable. Además, a medida que repitamos el hábito se irá haciendo más placentero. O, por lo menos, más sencillo.

ejercicio fisico, ejercicio fin de semana
Los nuevos hábitos se deben introducir poco a poco. Crédito: Sule Makaroglu (Unsplash)

La cuestión es que, aunque no te des cuenta, el 1 de septiembre te beneficia en muchos sentidos. Hay personas que se rinden a la dopamina y reconocen que septiembre es su mes favorito del año, porque es un mes que huele a la vez a rutina y a nuevos comienzos. Otras personas se resisten a reconocerlo, pero al final todos lo disfrutamos. Sí, tú también. 


Fuente original

Comments

No comments yet. Why don’t you start the discussion?

Deja un comentario