Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar, el nuevo true crime de Netflix, ha desconcertado al público por la perturbadora historia que cuenta. Se trata del caso de Lauryn Licari, una joven estudiante de secundaria en Beal City, Michigan, y su entonces novio Owen McKenny. Ambos comenzaron a recibir mensajes de texto anónimos a finales de 2020, cuando apenas llevaban unos meses juntos. Al principio, parecía una broma entre adolescentes. Pero el tono y la agresividad de los mensajes escaló rápidamente en una campaña de acoso que duró casi dos años.
Los mensajes eran constantes, en ocasiones 40 o 50 por día, y siempre tenían un tono cada vez más cruel. La presión afectó tanto a la relación que, incluso después de separarse, las amenazas no cesaron. El hostigamiento digital tenía un patrón obsesivo y peligroso, que pronto llamó la atención de las autoridades locales. El documental revela cómo el misterio se fue revelando gradualmente, hasta demostrar la identidad del culpable de la agresión. Lo más sorprendente fue descubrir que la fuente de todo no era un estudiante de la escuela ni un desconocido, sino a la figura más sorprendente de todas.
Un descubrimiento terrorífico que llegó después de que la situación, llamara la atención policial en 2021. Para la entonces, la situación alcanzó un punto insoportable. No solo se trataba de la oleada de mensajes con un tono cada vez más agresivo y lascivo. También es evidente que el culpable formaba parte del círculo íntimo de las víctimas. Desesperados y sin encontrar una respuesta en la comunidad escolar, los padres de los adolescentes acudieron a las autoridades locales.
De inmediato, comenzaron los interrogatorios de compañeros de clase y a otros jóvenes relacionados con la pareja, sin encontrar indicios claros. Finalmente, el FBI intervino en 2022 para rastrear los mensajes a través de registros digitales. Y lo que descubrieron dejó atónitos no solo a los oficiales, sino a todos los involucrados.
La impensable identidad del culpable de la campaña de acoso

Los mensajes estaban ligados al teléfono de Kendra Licari, la madre de Lauryn. La contradicción resultaba evidente, debido a que Kendra había acompañado a las autoridades durante la investigación, fingiendo estar preocupada por su hija. Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar incluye imágenes de cámaras corporales de la policía en el momento en que detuvieron a Kendra y confiscaron sus dispositivos. Para la pequeña comunidad de Beal City, el descubrimiento fue como un terremoto: de repente, el peligro no venía de afuera, sino del interior de la propia familia.
Más adelante, el retrato que el documental hace de Kendra Licari va más allá del mero delito tecnológico. La directora Skye Borgman explora — o, intenta hacerlo — en cómo una mujer en apariencia normal, se convierte en terrorífico agresor. Según muestran los mensajes, el hostigamiento no era solo insistente, sino también emocionalmente devastador. El uso del apodo Lo, reservado para familiares y personas íntimas, fue una pista clave que hizo sospechar que el remitente no era un extraño.

Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar también narra cómo Lauryn y Owen intentaron detener el acoso llamando al número, sin éxito. Incluso la ruptura de la relación entre ambos, no detuvo el ataque. Por el contrario, lo llevó a su punto más violento. Para finales de 2021, la situación era insostenible y la familia decidió recurrir a instancias superiores.

El FBI descubrió que se usaban aplicaciones que permitían ocultar números, pero tras varias órdenes judiciales a Verizon, el rastro llevó directamente a Kendra. Lo irónico es que la misma persona que preguntaba insistentemente a los investigadores sobre los avances era quien escribía los mensajes más crueles. Esa duplicidad, que raya en lo teatral, es uno de los puntos más perturbadores del documental.
Un punto de vista terrorífico sobre la naturaleza de la violencia

El giro más inquietante llega cuando se muestran entrevistas y testimonios que intentan comprender qué motivó a Kendra a una situación semejante. Ella misma ofrece explicaciones que oscilan entre lo banal y lo perturbador. Llega a justificar su comportamiento con frases como “todos cometemos errores” o comparaciones con conducir en estado de ebriedad. Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar también aborda cómo su vida personal estaba marcada por inestabilidad laboral y un pasado traumático.
Kendra confiesa que fue víctima de una agresión sexual a los 17 años, lo que, según ella, influyó en su relación con la adolescencia de su hija. Asegura que temía dejar que Lauryn creciera y enfrentara el mundo. Sin embargo, ninguna de estas declaraciones explica por qué llegó al extremo de enviarle mensajes incitándola al suicidio. El documental deja claro que ni la propia Kendra parece comprender del todo sus acciones.
Algunos entrevistados sugieren que su comportamiento se asemeja a una versión digital del síndrome de Munchausen, en el cual una figura parental daña a su hijo para mantenerlo dependiente. Ese diagnóstico informal subraya el carácter enfermizo del caso, donde el deseo de control se disfraza de protección.
Un final sin respuestas para ‘Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar’

Finalmente, el documental se enfoca en el impacto emocional para Lauryn. Tras la condena de su madre a 19 meses de prisión en 2023, la joven comenzó a redefinir su relación con ella. Al principio, mantenía contacto constante, pero en entrevistas posteriores reconoció que necesitaba distancia para protegerse. Cuando Kendra salió de prisión en 2024, Lauryn no estaba lista para verla.
Algo más que evidente, cuando la producción se enfoca en el tema. Mientras se muestran capturas de los mensajes más crueles, Lauryn afirma que desea que su madre reciba la ayuda necesaria para que no repita el ciclo destructivo en que se vio envuelta. Aun así, declara que sigue amándola profundamente. Por lo que al final, Número desconocido: Un escándalo de ciberacoso escolar deja claro lo confuso y doloroso del caso, más allá de su impactante conclusión.