La primera película que dirigió Martin Scorsese fue ¿Quién llama a mi puerta?, en 1967, y se le consideró, casi de inmediato, como una obra adulta. Eso, a pesar de que el jovencísimo aspirante a cineasta tenía apenas 25 años y escasa experiencia detrás de cámara. Pero su modo de profundizar en personajes complejos en medio de una situación en apariencia sencilla, sorprendió. Para eso, convirtió la premisa del guion — que también escribió — en un estudio moral sobre un hombre italoamericano que debe decidir su futuro. Un momento crítico que le empujará al mundo del crimen, casi sin querer.
Para ser la obra debut de un realizador, la cinta fue considerada como ejemplo de un manejo inteligente de la tensión social. Asimismo, del contexto cultural y el dolor espiritual. Además, Martin Scorsese mostró algunos de los temas que le obsesionarían en adelante: de la corrupción de las instituciones a la culpa católica. El protagonista, interpretado por Harvey Keitel, se enfrentaba a la brutalidad callejera. También, a un sistema legal corrompido que lo orillaba a una decisión imposible. Estrenada en el Chicago International Film Festival en noviembre de 1967, el crítico Roger Ebert la llamó una obra “genuina y poderosa”. A la vez, insistir en que, sin duda, el nombre de Scorsese se escucharía con frecuencia en el futuro.
A lo largo de 58 años de carrera, Martin Scorsese no solo cumplió la predicción del renombrado crítico. También, tiene el curioso honor de tener una filmografía impecable, en la que cada película se considera una joya cinematográfica. Pero a pesar de lo curioso de su caso, no es el único. Te contamos acerca de cinco directores sin una mala película (según la crítica). De un ícono del cine japonés a un libre pensador que combina la ciencia y el arte. Todo para explorar en el mundo del cine en su dimensión más prolífica y de mayor calidad.
Akira Kurosawa

Según puede verse en el agregador Rotten Tomatoes, el célebre director japonés jamás ha filmado una película que no sea considerada una obra artística de peso por la crítica. Por lo que las calificaciones de sus cintas se encuentran por el orden del 100 % de críticas positivas. ¿La menos favorecida por la escala de puntuación? Rhapsody in August de 1991, que a pesar de no ser muy apreciada por la prensa especializada en cine, obtuvo un modesto 60 % de opiniones favorables.
Pero más allá de su trabajo conocido en occidente, desde su debut en 1943 con Sanshiro Sugata, el director fue considerado uno de los más prometedores de Asia. En especial, por su capacidad para mezclar en un mismo escenario, los matices de la cultura nipona, con un análisis cuidadoso acerca de sentimientos universales. Algo que brindó a la obra — y a las posteriores — su capacidad para ser atemporal. A la vez, atractivas para cualquier público del planeta, a pesar de su temática netamente japonesa.
Uno de los atributos más interesantes de la larga filmografía del realizador, es su consistencia. A lo largo de 30 películas, Akira Kurosawa exploró en la naturaleza humana, el sentido de la lealtad, el poder del amor e incluso, sobre las heridas de la postguerra en su país. Todo a través de una puesta en escena onírica que sorprendió tanto a los críticos, como al público devoto que le acompañó durante toda su carrera. Una de las virtudes que le hacen ser parte de la lista de los directores que no tienen una sola mala película en su historia cinematográfica.
Céline Sciamma

La directora francesa también tiene el peculiar privilegio que la crítica considera toda su filmografía de alta calidad. En Rotten Tomatoes, ninguna de sus películas calificadas por la prensa y medios especializados, desciende más allá del 80 % de aprobación. Algo que se hizo más evidente con el estreno de Retrato de una mujer en llamas (2019), su obra más conocida y la que le valió el reconocimiento internacional.
Pero, aun así, el éxito y la popularidad alrededor de su obra, no son su elemento de mayor interés. En 2007, la directora estrenó Water Lilies, una historia intimista que sorprendió a la crítica y cautivó al público. El relato, que sigue a dos adolescentes en pleno despertar sexual, tocó temas como el consentimiento y el dolor del abandono, con sutileza y elegancia. Algo que le valió un discreto recibimiento en su natal Francia y ser reconocida como una de las más prometedoras realizadoras por el gremio del país.
Por otro lado, en 2011, la directora sorprendió con Tomboy, que obtuvo aclamación prácticamente unánime a ambos lados del océano. La trama, que se enfoca en una niña que cuestiona su identidad de género, demostró la capacidad de Sciamma para abordar tópicos complejos sin perder la sutileza. Lo que le vale un más que merecido lugar en esta lista de directores sin una mala película.
Paul Thomas Anderson

Llamado a convertirse en uno de los directores imprescindibles del cine contemporáneo, también tiene una filmografía llena de joyas que han deslumbrado a la crítica. Desde su brillante debut con Hard Eight (Sydney) en 1996, toda la obra cinematográfica del director ha sido un éxito tras otro. En especial, gracias a su capacidad para reflexionar sobre el bien y el mal en nuestra época de manera retorcida, oscura y hasta conmovedora en sus diferentes cintas.
Algo que le permitió, muy pronto, demostrar su infalible instinto para historias oscuras con un trasfondo de simple humanidad. De Boogie Nights al año siguiente de su debut, que exploró el mundo del cine para adultos, a Magnolia de 1999, en la que le dio a Tom Cruise uno de los grandes papeles de su carrera. Lo cierto es que Anderson logró crear un estilo complejo, extraño y siempre provocador, que cimentó su lugar en el mundo cinematográfico.
Pero sería Pozos de ambición de 2007, la que marcaría un antes y un después en su carrera. Considerada por el New York Times como una de las grandes películas del siglo XXI y por la crítica como una pieza de arte cinematográfico, mostró a cabalidad el talento del director. También, su habilidad para narrar una historia de codicia a gran escala, desde personajes imperfectos y corrompidos. Un logro que le convierte en uno de los grandes directores de nuestra época, sin una mala película que lamentar.
Robert Eggers

El director, fascinado por lo oscuro y lo siniestro, tiene cuatro películas consideradas piezas de arte por la crítica. Tanto como para que todas estén por encima del 85 % de reseñas positivas en el agregador Rotten Tomatoes. Lo cierto es que Robert Eggers ha demostrado que su obsesión por el detalle y la rigurosidad histórica rinde sus frutos. La bruja de 2016, deslumbró tanto a los fanáticos del cine de terror como el del drama histórico. Eso, gracias a su combinación de un apartado visual casi pictórico, con una trama elaborada y profunda, sobre el mal sobrenatural.
Para El Faro (2019), protagonizada por Robert Pattinson y Willem Dafoe, tomó inspiración del expresionismo alemán, para crear una pesadilla de horror mitológico. Esta vez en blanco y negro, la cinta se convirtió en un estudio preciso del uso de la luz, los encuadres y una cinematografía sorprendente. Todas características que se repitieron en El hombre del norte, reinvención histórica sobre la leyenda del príncipe Amleth y su caída en el desastre.
No obstante, fue Nosferatu (2024), la obra que demostró su ambición y afianzó su estilo. Reinvención del clásico del mismo nombre de 1922, la cinta usó el color y la ambientación para indagar en una clásica histórica gótica. Hasta ahora, es su obra más conocida y sin duda, la que le dio un lugar en esta lista.
Christopher Nolan

Christopher Nolan debutó con Following en 1998 y sorprendió a la crítica por su manejo de la tensión psicológica. Pero sería Memento (2000), la cinta que mostró su capacidad para el riesgo y la experimentación cinematográfica. En especial, al contar una historia con una cronología inversa que se prodigaba poco y se esforzaba por apelar a la sagacidad de la audiencia para descubrir el misterio.
Lo siguiente, ha sido una larga y fructífera filmografía, llena de éxitos y todas, con el aprobado en Rotten Tomatoes. Solo Tenet tiene 69% y aunque sigue considerándosele su película más complicada, es todavía un hito en la percepción del tiempo y la realidad. Una amplia colección de cintas diversas y todas de calidad, que le convierte en uno de los directores que no tienen una mala película en su haber.